El Editorial

José Gregorio Hernández, un ejemplo

Porque este médico trujillano fue otra cosa, no mejor ni peor, pero sí diferente a la santidad. No cualquiera se hace médico, una de las carreras más complejas y exigentes y al mismo tiempo más esencial para los seres humanos. No es bueno vivir sin poetas o ingenieros, pero es imposible vivir sin médicos.

Esa es la venezolanidad que, respetando la religiosidad, más valoramos porque es esencial para los venezolanos de antes, de hoy, de siempre. La del hombre que aprende para ayudar y que ayudando aprende, la del buen venezolano a conciencia, por decisión propia por encima de cualquier sacrificio. Carujo, el militar golpista, dijo una vez a otro gran médico venezolano, Vargas, que el mundo es de los valientes; la respuesta inmediata del científico venezolano fue que no, que el mundo es del hombre justo.

Eso fue y representa José Gregorio Hernández, el venezolano que usa la ciencia y el conocimiento para la bondad, para la generosidad, para ayudar, y eso no lo hace gafo, sino grande. Hace de él el ejemplo de los venezolanos que necesitamos, hombres y mujeres de bien, capacitados y con voluntad de esforzarse cada día para que el país mejore. Curar a un enfermo es mejorar al país, pero también lo son la comprensión, la voluntad de sacrificarse por los demás, el compromiso de ser cada día mejor en su conocimiento para ayudar a quienes lo necesitan.

Y eso es algo que podemos y debemos hacer en cada profesión, en cada oficio. Porque la santidad no es sólo rezar, es ser útil.

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