La Caracas de la revolución bonita se inundó de nuevo
Estamos claros que no es cosa reciente. Año tras año, Caracas se llena de lagunas cada vez que llueve. Pero el régimen actual, nacional y municipal, ha hecho constantes alardes de su esforzada labor de embellecer a Caracas. Hugo Chávez inventó aquello de “Caracas, la de la revolución bonita” y embaucó a los residentes de la capital venezolana, asegurando que volverían a acudir al Guaire, limpio y alegre, a pasar el rato y hasta a darse un baño.
Pero hasta ahora, y van ya veintitrés años de chavismo, los únicos que se dan baños en la corriente que sigue siendo apestosa e intensamente sucia, son los “garimpeiros del Guaire”, que se juegan la vida, tanto por el riesgo evidente de ahogarse en una corriente que es fuerte, como por la posibilidad de contagiarse de cualquier enfermedad producto de la porquería.
Pero volviendo a las lluvias, las lagunas intransitables siguen ahogando vehículos, el agua sigue acumulándose y complicando el caminar o el transcurrir de los caraqueños. El Guaire se desborda porque su cauce no ha sido drenado en décadas de indolencia.
Como capital de una revolución que alardea de servicio público y de justicia social, Caracas es un ejemplo en permanente deterioro.