La deriva totalitaria

Después de que, a mediados del siglo XX, cayeron las máximas expresiones del totalitarismo fascista y que en 1992 se derrumbó el totalitarismo soviético, sólo quedaban en el mundo tres expresiones caducas de ese modelo, Corea del Norte, Cuba y Nicaragua, y otras sui generis como la teocracia iraní.

Lo grave es lo que está surgiendo en América Latina, con el intento hasta ahora no del todo logrado en la Venezuela de Maduro y el invocado de manera incipiente por Petro.

Las democracias liberales deben conjurar esa amenaza a la libertad como lo acaban de hacer en Chile. Y tenemos que empeñarnos en lograrlo en Venezuela, porque es sabido que el totalitarismo de nuevo cuño sólo genera más pobreza y destrucción de todas la institucionalidad preexistente.

Si por ambiciones personales los políticos de oposición impiden que se constituya un frente común que derrote a un régimen que ha arruinado al que fuera uno de los países más rico de la región, no tendrán perdón alguno y serán considerados para siempre como figuras oprobiosas que no merecen respeto alguno.