El Editorial

La desvergüenza

Cuando creíamos que ya habíamos visto todo lo que es capaz de hacer este régimen decadente, ahora presenciamos cómo pretenden tapar el asesinato del capitán de corbeta Rafael Acosta Arévalo, acusando al diputado Juan Requesens de intento de asesinato, como si así una cosa eclipsaría otra.
La desvergüenza es seguir pretendiendo gobernar cuando ni siquiera lo hacen en su propio entorno, también lo es ponerse a bailar en público, como si la tragedia venezolana fuese una circunstancia que permite regodearse.
En cualquier gobierno medianamente serio ya hace rato que la cabeza al mando hubiera puesto su cargo a la orden, pero al que no tiene vergüenza no le importa ser grotesco.
Nadie sabe cómo culminará esta desgracia, pero por los vientos que soplan más allá de nuestros mares, ya la impaciencia cunde, unida al fastidio que les causa tener que lidiar con semejante desvergonzado.
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