El Editorial

La esperanza semiasfixiada sigue respirando

En esta caja de Pandora cuarteada y con la pintura carcomida que es la de hoy, sigue quedando en el fondo el pajarito que es la esperanza, pero medio asfixiado, abatido, buscando el aire que los vicios le impedían respirar.

No saldrá de allí solo, tenemos que sacarlo nosotros, cada uno y todos juntos. Venezuela es el nadador agotado que mueve los brazos más para flotar que para moverse, es muy difícil nadar con el mar en contra, en mar con fuertes corrientes en contra sólo sobreviven los que se dejan llevar por la corriente esperando tocar fondo algún día, o los fuertes capaces de nadar contra la corriente. En esta Venezuela de mar revuelto sigue viviendo la esperanza, pero no tiene fuerzas propias para sobrevivir, necesita manos fuertes que la saquen del fondo de la caja, que la rescaten del mar sin fondo.

Lo último que se pierde es la esperanza, asegura el viejo refrán, pero el delito, la complicidad, la tiranía, la represión son aires demasiado pesados para ser respirados, corrientes asesinas en busca de nadadores para ahogar.

Tenemos en Venezuela una atmósfera espesa, pesada, ácida, que nos quema los pulmones al respirar, pero si dejamos de respirar nos morimos. Así llegamos a unos carnavales iguales a los de los últimos años, una fiesta sin sentido porque el único disfraz que vale la pena es el de la esperanza, y en Venezuela es un disfraz que cualquiera reconoce y  nadie lo hace realidad creíble.

Pero sigue respirando.

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Un comentario

  1. En mi principio está mi fin. Una tras otra
    Las casas se levantan y se derrumban, se desmoronan, se extienden,
    Son arrancadas, destruidas, restauradas, o en su lugar
    Queda un baldío, una fábrica o un paso a desnivel.
    Viejas piedras para nuevos edificios,
    Vieja leña para nuevas hogueras,
    Viejas hogueras para las cenizas y cenizas para la tierra
    Que ya es carne, pieles y heces,
    Huesos humanos y animales, tallos y hojas de cereal.
    Las casas viven y mueren.
    Hay un tiempo para la construcción,
    Un tiempo para habitar y engendrar
    Y un tiempo para que el viento rompa el cristal desprendido
    Sacuda las maderas en que trota el ratón del campo
    Y el tapiz en jirones donde se halla bordado
    Un lema silencioso.
    En mi principio está mi fin. Ahora cae la luz
    A lo largo del campo abierto
    Y oculta con sus ramas la honda vereda,
    Vereda oscura en el anochecer
    (THE WASTE LAND (ELIOT)

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