La frontera, un problema de seguridad nacional

Las fronteras siempre han sido espacios complejos y potencialmente conflictivos. Y en nuestra historia republicana ese se ha convertido en un tema espinoso. Basta recordar el incidente del Caldas en el Golfo de Venezuela, y la insurrección del Rupunini en la zona en reclamación del territorio Esequibo.

Afortunadamente, gracias a la excelente labor que en su tiempo llevó a cabo el embajador Isidro Morales Paul, logramos a través de exitosas negociaciones, delimitar nuestras áreas marinas y submarinas en casi todo nuestro espacio marítimo, agregándole al país centenares de miles de metros de zona económica exclusiva. Sin embargo, no hemos resuelto positivamente lo que nos correspondería en la zona atlántica, salvo la porción relativa a la delimitación con Trinidad y Tobago.

Pero los problemas fronterizos no se reducen solamente a negociar delimitaciones, ni a proceder a la demarcación de los límites. Hoy, el tema primordial es recuperar la soberanía nacional en las áreas colindantes a Colombia y Brasil, que están siendo virtualmente ocupadas por organizaciones guerrilleras, paramilitares y bandas delincuenciales.

Frente a estas circunstancias, la actitud del régimen ha sido negligente, para no decir que cómplice, dejando en muchos campos que estos grupos sean los que en fin de cuentas imponen su ley.

En la reconstrucción del país, el gobierno de transición que surja una vez resuelta, de una u otra manera, la crisis política que mantiene al país paralizado y fracturado, deberá obligatoriamente atacar de frente esa alteración, no sólo del orden público, sino de la propia integridad nacional, y lograr acuerdos de cooperación con nuestros vecinos para que juntos pongamos término a este flagelo que puede, si no se corrige a tiempo, terminar balcanizando una inmensa porción de nuestro territorio.