El Editorial

La hegemonía no es democrática

La hegemonía implica supremacía, bien sea de un pueblo sobre otro, o de un gobierno sobre sus ciudadanos.

El término hegemonía deriva del griego y significa dirección, primer puesto, preferencia, mando, jefatura y se entendía, en la Grecia Antigua, como la dirección suprema del ejército.

Según Gramsci, hegemonía era la dominación y mantenimiento de poder que ejerce una persona o un grupo para la persuasión de otro u otros sometidos, minoritarios o ambas cosas, imponiendo sus propios valores, creencias e ideologías, que configuran y sostienen el sistema político y social, con el fin de conseguir y perpetuar un estado de homogeneidad en el pensamiento y en la acción, así como una restricción de la temática y el enfoque de las producciones y las publicaciones culturales.

En una democracia ningún mandatario o partido político puede pretender ejercer el poder de manera hegemónica, ya que eso contraría la esencia misma de un sistema que debe preservar la igualdad de todos ante la ley y el máximo posible de libertad de conformidad con el ordenamiento jurídico y la Constitución.

El régimen actualmente en el poder se vanagloria de imponer la hegemonía comunicacional y se lamenta de haber perdido la hegemonía política al ser derrotado en las elecciones parlamentarias del 6D.

La democracia, para que funcione y garantice a todos el libre ejercicio de sus derechos, requiere que no haya hegemonía sino pluralidad y que esta esté garantizada por la división y autonomía de los poderes del Estado.

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