La no violencia activa

Cuando un pueblo está oprimido por el abuso, por la violencia, por la corrupción a todos los niveles de la sociedad, por la arbitrariedad y la imprevisibilidad de quienes asumen de facto el hecho de gobernar, termina por reaccionar de diversas maneras. Algunos han tomado la ruta de la resistencia armada contra la tiranía, lo que, en muchos casos, ha sido un largo y costoso proceso que ha causado muchas muertes y destrucción y no siempre ha logrado su objetivo, como, por ejemplo, el actual caso en Siria.
Otra vía ha sido la de la no violencia activa, que se le atribuye a Ghandi y que él denominó resistencia civil más ética. Aunque es bueno recordar que ese fenómeno de resistir mediante actos simbólicos e inusuales tiene una larga historia que se remontan a casi los albores de la civilización.
Algunos casos emblemáticos ocurrieron hace casi 2000 años cuando en Israel, en el año 26, el pueblo protestó el plan de Poncio Pilatos de colocar las imágenes de las águilas de Júpiter en el templo de Jerusalén y con acciones vigorosa y continuas, más no violentas, lograron su cometido.
Pero para acercarnos a una época más reciente es necesario recordar las acciones emprendidas por Martin Luther King en contra de la segregación racial en EE. UU. en 1955, llamando a boicotear a los autobuses en Montgomery en el estado de Alabama y luego una serie de medidas que culminaron en los años sesenta con las leyes que eliminaron la segregación racial.
Nos podríamos extender dando como ejemplos los muy conocidos de Lech Walesa en Polonia o los de Mándela en Sudáfrica, que son emblemáticos, pero hay muchos ejemplos más exitosos aunque algunos, como actualmente en Cuba, no parecieran hasta ahora lograr cambios sustanciales en favor de la población.
En nuestro caso, tenemos una larga historia de grandes movilizaciones de protestas que han sido reprimidas por la fuerza, causando trágicamente muchas muertes de gente inocente. Y eso ha causado una sensación de desesperanza que pudiera hacer pensar que el régimen es invencible. Sin embargo, esa no es la única manera que existe para actuar, ya que una suma de pequeños actos continuos puede ser más deletéreo para el régimen, y solo para mencionar un ejemplo, recordemos lo que ocurrió en el aeropuerto de Maiquetía, cuando los pasajeros se negaron a que les cobraran por un PCR que ya habían tenido que hacerse para abordar sus vuelos.
Esa estafa a los pasajeros continúa porque aún son muchos los que prefieren pagan los 60 dólares injustificados, que plantarse y rechazar la abusiva e injustificada medida. A los que han resistido no les han cobrado, y si todos hiciesen lo mismo, al régimen no le quedaría otra opción que levantar ese peaje que solo ocurre en nuestro país.
Esta pequeña acción, y otras parecidas, empoderan a la gente y les permiten ver que con unión se puede lograr mucho.