El Editorial

La política como espectáculo

Ya hace tiempo que la política dejo de ser un debate ideológico para convertirse en un espectáculo para los medios de comunicación masivos.

Los gobiernos usan recursos emocionales para concentrar la atención de un público cada día más crítico y desviar la atención de lo que son los verdaderos problemas.

Por eso es que la estrategia consiste en lograr, al precio que sea, la hegemonía comunicacional para ocultar las verdades negativas o al menos edulcorarlos para que la masa siga teniendo esperanzas en un futuro mejor.

Un ejemplo del nivel de desinformación en el que vivimos, al menos en Venezuela, es que ningún medio de comunicación informó sobre el asalto, hace una semana, a un camión perteneciente a una multinacional de entrega de encomiendas, en el que -entre otras cajas-, había una en la que venían pasaportes visados de otros países.

¿Cuántos casos como ese se mantendrán en silencio porque ni al gobierno ni a la empresa afectada por el robo les conviene que se sepa cuán inseguro es, lamentablemente, nuestro país? El espectáculo continúa, pero como una farsa perversa.

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Un comentario

  1. Cuando la desinformacion se constituye en ´´información´´, esta se transforma en manipulacion como mecanismo para construir realidades basadas en medias verdades o falsas verdades, donde el todo, es que sean creíbles por la mayoría de lo que genéricamente denominamos opinión pública. La ´´manipulación´´ es entonces la clave que permitiría mantener la hegemonía y el control sobre la mayor parte de la población en base a ese ´´hacer creer´´ que lo afirmado, es por encima de todo la ´´verdad´´ que refleja una realidad en un momento dado y bajo unas circunstancias determinadas.

    En las sociedades democráticas donde la información fluye de manera libre y se permite el disenso, la capacidad de manipular a la opinión pública posee unos margenes de maniobra muy reducidos ; no porque no se nos intente manipular comunicacionalmente hablando, sino porque el mismo sistema recurre a una forma mas sofisticada de acción y entonces la llamamos ´´persuasión´´. Esta induce pero no obliga y puede ser desmentida o no aceptada según sea la capacidad critica y el grado de educación de los receptores del mensaje.

    Todo aquel que detente el poder buscará siempre ejercer el control sobre la población para imponer su hegemonía y defender sus privilegios a como de lugar como medio para preservar el sistema, sean o no sociedades democráticas y/o dictatoriales. La diferencia esencial radica en la naturaleza de la manipulación que se aplique. En democracia la manipulación se transforma en lo que es la persuasión y el ciudadano es libre de aceptar o rechazar lo que se le propone ; mientras que en el fascismo y/o socialismo (comunismo), la manipulación es ´´ilegítima´´ e impositiva. Solo admite una sola verdad : su verdad.

    Pese a todo lo anterior, la realidad objetiva se termina imponiendo y no hay forma alguna de desmentirla. Y es que la realidad empírica termina predominando porque así es como funcionan las leyes de la historia y al final de todo proceso, siempre termina destacándose una única ´´verdad´´: la verdad correspondiente a ese momento histórico y sus circunstancias, dado que no hay verdades eternas, salvo la existencia de Dios. Todo muta, todo cambia.

    No hay duda que este modelo político basado en un intento fallido de imponer un socialismo (comunismo) desfasado, primitivo y antihistórico esta feneciendo. Se agotó en sí mismo en un período del tiempo histórico muy breve porque nació fundado sobre premisas falsas y tomó un rumbo equivocado que nos llevó al presente desastre. No obstante, también nos dejará grandes enseñanzas sobre lo que no se debe hacer en el uso y manejo del poder y en la administración de los recursos y la riqueza de un país. Y es que el proceso de reconstrucción nacional será una tarea titánica y por varias generaciones, especialmente porque nos encontramos en el epicentro de una crisis mundial y de un grado tal de caos y anarquía que anuncian grandes cambios y grandes guerras, que nos encontrarán en un grado de debilidad institucional muy profundo. Queramoslo o no, tenemos que construir un país que se adapte a nuestras posibilidades y al menos nos pueda garantizar nuestra sobrevivencia como nación. Ese es nuestro gran reto.

    No temamos, confiemos en nuestros virtudes y talentos, seamos lo mas justos y solidarios posibles con nuestro pueblo humilde y sobre todo, trabajemos día y noche por generar riqueza y empleo, confiemos en nuestros hombres de empresa como motor del desarrollo y la reconstrucción nacional. Las ideologías y los discursos huecos no alimentan los pueblos hambrientos, no brindan seguridad y mucho menos garantizan la paz y la prosperidad de los venezolanos. Sigamos persistiendo para que un cambio necesario e inevitable se haga realidad.

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