El Editorial

La verdadera revolución

La “revolución” bolivariana ha acentuado el “rentismo”, la dependencia de la renta petrolera. Hoy se produce y se exporta (en volumen) 30% menos que hace nueve años, pero los altos precios del petróleo permiten tener elevados ingresos petroleros externos. Aparentemente, la única preocupación del gobierno es como obtener altos y crecientes ingresos petroleros externos produciendo poco, una lógica socio-económica previa a la revolución industrial del siglo XIX.

En el olvido ha quedado como preparar a Venezuela para hacerla más competitiva, como formar su capital humano para insertarlo en el acelerado proceso de innovación técnico-científica que se está desplegando en el mundo globalizado del siglo XXI, la verdadera revolución. Específicamente, sus decisiones en materia educativa no van en la dirección de dotar su capital humano de una preparación de alta calificación, para alcanzar los niveles de excelencia necesarios para desarrollar al país más allá del circunstancial maná petrolero.

La creación a granel de centros universitarios, en los que la mayoría de las carreras no están homologadas, la eliminación de las pruebas de aptitud académicas para ingresar a las casas de altos estudios, así como la actitud retaliatoria hacia la educación privada; son ciertamente indicios de que desde la cúpula gubernamental no se entiende que la educación masiva y de calidad no sólo es un medio para la superación individual y social, sino que es el mecanismo indispensable para formar personas capacitadas para actuar con éxito en la sociedad de la información y de la nuevas olas de innovaciones.

Es conocido cómo los denominados “tigres asiáticos”, China y la India lograron inicialmente su alta tasa de crecimiento, con base mano de obra barata. Pero esa fue una etapa inicial de sus desarrollos, ahora esos países han concentrado sus esfuerzos en la capacitación al más alto nivel posible de su población, para lo cual han impulsado (entre otras medidas) la creación de centros universitarios de primerísimo calidad. Por eso no es de dudar que en el desarrollo de la alta tecnología estas naciones jueguen un papel importante en el cercano futuro.

Venezuela no puede pretender competir a nivel mundial con una educación de tercera, Venezuela no puede seguir considerándose un país rico porque dispone de una renta petrolera, una concepción que antecedió a la economía “clásica” inglesa. . Venezuela debe emprender el camino de la única revolución que la salvará de la decadencia, que no es otra que abrir las compuertas a la búsqueda de la excelencia, incluyendo como punto clave al sistema educativo.

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