El Editorial

Mal de muchos, consuelo de tontos

¿Cuántas veces hemos escuchado a muchos lamentarse, pero también encontrar consuelo al saber que hay quienes están aún peor que ellos?

Por eso, hace bien el proverbio en calificar a quienes así piensan de ser lo que son, tontos de capirote. ¿Por qué lo decimos? por la simple razón de que si hay quienes están padeciendo ahora mas que nosotros esa es la señal de que nuestro futuro está mucho más comprometido de lo que podemos imaginar.

Una de las características más inquietantes del desastre que ha sembrado la supuesta revolución bonita, es precisamente la alarmante pauperización de la inmensa mayoría de los venezolanos que aún residen en nuestro territorio, teniendo en cuenta que cerca de un 15% precisamente para huir de la miseria optó por probar suerte en otras latitudes.

Hoy, detrás de las palabras de cambio del régimen no se oye la más importante, que nada mejorará si el cambio no se inicia en nosotros mismos, dejando de lado los malos hábitos de la presunta viveza criolla, apología del comportamiento anticiudadano.

Un país es fuerte y grande si su gente es responsable y solidaria. Como dijo un presidente norteamericano: no preguntes qué puede hacer tu país por ti, sino qué puedes hacer tú por él.

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Un comentario

  1. Cuando hablamos de pobreza pensamos en la material, la que padece quien no tiene albergue o alimento. La pobreza puede combatirse siempre que el Estado mediante sus gobernantes contribuya a extinguirla. Es quizás una utopía en nuestros países depauperados, pero con inteligencia y voluntad puede remediarse. Pensar que será eterna ayuda a perpetuarla. No hay que confundirla con la desigualdad, que también existe entre los millonarios, y seguiría existiendo si toda la población fuese millonaria. La pobreza es económica, la desigualdad es social y política.

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