¿No hay diáspora?
Es lo que piensan, unidos no en ideología sino en intereses, el castromadurismo que empieza a agotarse, y la oposición dividida en ambiciones y con ilusiones de poder.
La sexta parte de Venezuela se ha ido del país por una mezcla de ilusiones de encontrar mejor vida en libertad política, y hartazgo de la situación a la cual el chavismo castromadurista nos ha traído, de ricos con reconcomios a indignados con razones.
Siguen siendo venezolanos unidos por un sentimiento común, que el régimen y sus opositores han fracasado en mejorar sus vidas, y en la carencia de esperanza de que tal fracaso vaya a cambiar. Por eso, de poder votar, sería una aplastante mayoría de votos en contra de ambas partes.
Lo cual, de no ocurrir, nos llevaría a la muy cuestionable legitimidad de los dos candidatos, el del régimen y el de la oposición. A menos que, tanto la oposición proceda a hacer, como lo están diciendo, sus primarias en el exterior y ambas partes logren, en México, ponerse de acuerdo en que cualquier venezolano habilitado podrá ejercer su derecho al voto en las elecciones presidenciales de 2024.