Para elecciones libres se necesita algo más que condiciones
La comunidad internacional insiste en que se deben celebrar elecciones libres para acabar con todas las ilegítimas y contrarias al orden constitucional que se han llevado a cabo en Venezuela en los últimos años.
Todos saben que se requiere un CNE, designado conforme a lo establecido en la Constitución. Se requiere además eliminar las inhabilitaciones tanto a los dirigentes políticos, como a los partidos confiscados por el régimen; la certificación independiente del registro electoral, así como una auditoría, también independiente, al sistema de automatización; igualdad de participación en los medios de comunicación; liberación de los presos políticos y permitir que regresen al país los exilados políticos y muchas otras, que sería largo enumerar.
Sin embargo, hay una reforma constitucional que debería existir para asegurar la gobernabilidad futura, que es el requerimiento de la doble vuelta, si el o los candidatos a ser elegidos, no logran en la primera vuelta superar el 50%. Esto lleva, como sucedió en Ecuador, a una decisión ponderada en la que se configuran alianzas para darle una base de sustentación mayor a un futuro gobierno.
En Venezuela estaremos en una situación igual o peor que la de Perú, en la que ningún candidato rebasa el 12%, y muchos ni el 5%.
En una elección presidencial en nuestro país la doble vuelta debería ser un requisito indispensable para asegurar que el ganador de la contienda tenga un apoyo sustancial del electorado y de paso serviría para determinar qué apoyo tienen los que se consideran actualmente como líderes. De no tenerse ese mecanismo, e ir la oposición dividida, un candidato del PSUV pudiese ganar con menos del 15% de los votos.
Las garantías y condiciones van mucho más alla. Hay que hacer un proceso de “reingenieria” a la institución del voto que bastante “vilependiada” es. Actuar sobre la infraestructura, tecnología y catastro del sistema de votación para procurar adecuarla a los estándares de imparcialidad y equidad. Además de otra profunda adecuación de las demás estructuras del Estado para que no “entorpezcan” esta actividad. Pero todo ello pasa por un gran acuerdo político para que se logre… y nos guste o no, deben y tienen que participar todos los actores políticos. Darle sentido y valor al Diálogo pero con coherencia y criterio. Donde los actores nacionales tienen mucho que decir y con observación internacional…. no es fácil, pero tampoco es imposible