El Editorial

¿Podremos salir bien de la crisis?

Es una pregunta que todos nos hacemos a diario, pero la respuesta no es simple ya que en Venezuela coexisten varias crisis a la vez.

La que lleva más tiempo haciendo estragos es la crisis económica, con el mayor nivel de inflación mundial, acompañado por una destrucción sistemática del aparato productivo del país y una alarmante declinación de la producción petrolera a niveles equivalentes a los que teníamos en 1947.

La otra crisis, en gran parte consecuencia de la anterior, es la humanitaria, que según los organismos competentes internacionales, ha afectado a la inmensa mayoría de la población que no tiene acceso a una alimentación continua y balanceada.

Pero si eso no fuese ya en sí suficientemente grave, tenemos la crisis hospitalaria y sanitaria, con el rebrote, por un lado, de infecciones que habían desaparecido del país, como la malaria o la fiebre amarilla, e incluso brotes de sarampión. Y junto a ella, el pésimo estado de la mayoría de los hospitales públicos.

También tenemos una crisis migratoria, porque alrededor de 5 millones de venezolanos ha literalmente huido por no encontrar en Venezuela condiciones adecuadas de remuneración en el trabajo y un pésimo estado de los servicios públicos.

Ahora a todo esto se viene a sumar la pandemia mundial del coronavirus, que de propagarse -cómo está ocurriendo en gran parte de los países en el mundo- nos encontrará virtualmente desarmados para atender a los enfermos, y debido al estado de extrema necesidad de algunos sectores de la población, que necesitan estar en las calles para encontrar cómo adquirir alimentos, serán vanos los esfuerzos de imponer la necesaria cuarentena preventiva que pudiera frenar la propagación de la enfermedad.

Es de suponer que el régimen que fue el causante de las crisis antes enumeradas pueda estar en condiciones de resolver todas las crisis acumuladas sin un fuerte y decidido apoyo de la comunidad internacional y eso solo ocurrirá cuando se instale un verdadero y amplio gobierno de emergencia nacional que genere confianza y permita que entre sin restricciones la ayuda sanitaria, epidemiológica, humanitaria y económica y que está no sea objeto de limitaciones por razones políticas o ideológicas.

Si eso sucede entonces saldremos con bien. De seguir como estamos, caeremos en una situación incontrolable y con graves consecuencias difíciles de calcular.

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Un comentario

  1. Todo lo planteado es cierto, pero sin unidad total y absoluta de las fuerzas opositoras, los factores productivos y sobre todo de la clase trabajadora no lograremos llegar al final del camino, y a la resolución de este ya largo espacio de nuestra historia que ya lleva 21 años de caminar hacia el abismo. Y es que la combinación de la crisis más la pandemia ya hacen insoportable el que se pueda continuar por este transitar que no nos ha conducido a ningún mejor destino.

    La parafernalia judicial de un Estado extranjero más una recompensa en dólares que facilite la captura del presidente Maduro y su séquito de asociados, tiene dos características : La primera, es que descarta seguir el camino de Noriega de invadir a sangre y fuego el país para derrocar el gobierno de Maduro ; y, segundo, deja en la suma total de 55 mill/$, como el anzuelo para encontrar a cualquiera que pueda colaborarle para «sapear» al presente gobierno y liquidarlo. Sea en cuestión de días, meses o años que, eso no se sabe aunque se desee.

    Nos guiamos por lo que más tememos y que está bien explicitado en el último párrafo : «caeremos en una situación incontrolable y con graves consecuencias difíciles de calcular «. Es eso lo que algunos ya vemos como inevitable y que significa lo peor para todos nosotros. La oposición, si no entiende esto, tendrá que discutirlo pero desde la paz de los cementerios.

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