El saboteo a Guaidó

En el Zulia, una banda de desaforados intentó impedir que Guaidó prosiguiese su campaña por todo el país llamando a la unidad para enfrentar al régimen en unas futuras elecciones presidenciales libres y supervisadas. Luego el sábado, el mismo acto de vandalismo se repitió en Cojedes y, esta vez, fueron por más porque el presidente interino fue personalmente agredido.

Por supuesto, el aparato propagandístico del régimen trató de atribuirle el hecho a supuestos miembros del partido naranja, quienes querían expresar su rechazo a todo lo que supuestamente había hecho o dejado hacer Guaidó.

Lo que sucede es que el régimen se ha percatado que Guaidó, pasito a pasito, anda predicando en oriente y occidente su mensaje de unidad y se le ve y oye en Puerto Ordaz, en un acto con los miembros del sindicato de Sidor en los que estos le entregan la chaqueta de sidoristas; y en Maracaibo, después de destruir el escenario en el que iba a exponer, calladamente lo recomponen y como si nada se dirige a los presentes; también se atreve ir a Catia y, aunque no lo acogen multitudes, tampoco lo rechazan.

Eso levanta un timbre de alarma en el seno del PSUV y se arma la estrategia para silenciarlo, saboteando actos, difundiendo encuestas en las que se señala que es prácticamente un fantasma político o removiendo el pasado del fallido acto de Cúcuta.

¿Si lo que está intentando hacer es que el acercamiento entre todas las expresiones democráticas opositoras se vea irrelevante, entonces por qué lo atacan? Tal vez lo que más les alarma es el acercamiento a sus actos de personalidades conocidas como ex chavistas.

No caigamos en el juego y ayudémoslo a Guaidó y a Barboza, entre otros, a lograr la organización de las primarias de la oposición, un espacio en el que por igual todos los opositores puedan medirse para llevar el testigo que se enfrentará en 2024 al candidato presidencial del madurismo y preguntémosno por qué las gobernaciones opositoras del Zulia y de Cojedes no le brindaron protección oportuna.