El Editorial

¿Por qué siempre terminan pateando la mesa?

La razón es muy simple, la negociación nunca ha sido el objetivo, solo fue una excusa para ganar tiempo y poder seguir mandando a su manera, es decir, fuera de las leyes que constríñan su poder.

La estructura del estado que ellos han instaurado reposa en una metástasis de la corrupción, ya que no tienen otra manera de mantener maniatada a una desmedida burocracia a la que no pueden remunerar con los ingresos ordinarios del Estado. Por ello, no sólo se hacen la vista gorda frente a los “resuelve” de los funcionarios públicos que, para agilizar cualquier trámite administrativo, requieren que se engrasen las poleas de la organización en la que viven con sueldos miserables. Es por eso que proliferan los gestores que garantizan la entrega oportuna de pasaportes o ahora los soldados que para evitarle un larga cola al conductor para que llene de gasolina el tanque de gasolina aceptan algunos dólares y así adelantan a los que esperan y desesperan.

Pero también están las alcabalas, que proliferan como hongos, y en las que los policías exigen de los conductores cuanta documentación exista, para detectar si alguna falta y así resolver la situación previo pago de alguna coima.

No se diga de las mayores, que se observan alrededor de las industrias controladas por el Estado, en las que se pueden observar equipos adquiridos pero no instalados, que duermen el sueño de los justos en sus respectivos containers.

En fin, una negociación trae necesariamente consigo establecer un nivel de transparencia y de legalidad que no le conviene a los que viven y subsisten al margen de la ley y ellos harán lo imposible para contener aquello que pueda afectar su modus vivendi.

Por ello siempre habrá una excusa para patear cualquier mesa de negociación bien sea poniendo condiciones previas imposibles de aceptar o encontrando subterfugios pseudo legales para detener algo que pudiese eventualmente concretarse.

Un régimen, como el que impera actualmente en Venezuela, ni es monolítico ni vertical. Se mantiene horizontalmente por la suma de parcelas de poder, en las que cada “reyecito” controla un espacio y sólo se unen todos para evitar que se fragmente el beneficioso desorden imperante.

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Un comentario

  1. La corrupción es sistémica cuando las estructuras permiten que las acciones corruptas aparezcan como normales y conformes con el sistema social. Este tipo de corrupción se encuentra enquistada en las estructuras propias del Estado. No constituye un fenómeno episódico o coyuntural, no depende de la llegada al poder de un partido político en particular o de un líder negativo o un conjunto de autoridades venales. Tiene que ver con la forma como ha sido organizado el Estado desde sus orígenes. Como ha ocurrido en nuestro país y una mayoría de los países de la región, a partir de la conquista española se implementó un modelo de Estado semejante a países europeos que hoy continúan destruyendo las Instituciones.
    A pesar de los esfuerzos por combatir este fenómeno, los resultados han sido poco exitosos. Por lo que surge la duda acerca de si la persistencia de la corrupción se encuentra relacionada, no solo con las políticas públicas que se implementen, sino con aspectos específicos de los individuos y de las colectividades.
    A partir de las constantes denuncias de corrupción en nuestro país, la ética, disciplina que antes estaba reservada sólo a la filosofía, se ha convertido en una demanda común de nuestra sociedad.

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