Siempre hay un camino

Más allá de la desesperanza siempre hay un camino, aunque no siempre sea claro visualizarlo. Eso lo señaló de manera muy clara el psiquiatra Viktor Frankl en su inspirador libro El hombre en busca de sentido, texto que puede leerse en su integridad en Internet.

Frankl logró superar las atroces circunstancias de vivir en el campo de concentración de Auschwitz y eso le permitió crear la logoterapia al ser liberado. El vio cómo en el campo de concentración asesinaron a sus padres, su esposa y hermanos, y sin embargo no desfalleció y la pregunta que se hace el editor en el preámbulo de ese maravilloso libro es: «¿Cómo pudo él, que todo lo había perdido, que había visto destruido todo lo que valía la pena, que padeció hambre, frió, brutalidades sin fin, que tantas veces estuvo al punto del exterminio, cómo pudo aceptar que la vida era digna de vivirla?”

Ese relato de cómo alimentó la esperanza, donde lo normal era saber que el único camino delante de sí era la inexorable muerte en las cámaras de gas, es una lección de vida y de cómo siempre hay otro camino, solo que es necesario encontrar la fuerza interna para creer en él.

Hoy, nosotros estamos atravesando uno de los peores episodios de nuestra existencia. Sin embargo, se abre ante nuestros ojos un camino, difícil pero transitable, pero para lograr alcanzar la meta, que no es otra que recuperar la libertad, se requiere creer que eso es posible y que para lograrlo tenemos que marchar unidos en la ruta que nos señala ese a quien le tocó la tarea de guiarnos.

El sábado, a pesar de los pájaros agoreros que predicaban la desesperanza, el pueblo venezolano decidió salir a las calles, vencer el miedo y proclamar a voz en cuello, en todos los rincones del país, ¡Si se puede!