Solidaridad organizada
Hay que dejar ya de buscarle apellidos, calificaciones, similitudes a este régimen que se ha venido imponiendo en el país. De nada vale sostener, el bizantino debate, de si es más o menos democrático o más o menos dictatorial. Lo único cierto es que está acabando con el país tal como éste ha existido, mal que bien, desde su creación en 1830. Frente a un militarismo desbordado que pareciera ser la expresión contemporánea de los Hunos dirigidos por Atila, sólo cabe una forma de respuesta: la organización y la solidaridad entre todos los factores democráticos del país. Es indispensable resistir, pero de manera organizada, ya que como no se puede vencer a las hordas de manera frontal ya que disponen de todos los mecanismos del poder , debemos hacerlo con inteligencia y organización. Tenemos que movilizar, no con palabras, ni con presencia en la televisión, sino con soluciones ingeniosas a los problemas que agobian a los venezolanos hoy en día. Para eso se requiere solidaridad entre los empresarios, obreros , partidos políticos, estudiantes, profesionales, amas de casa, vecinos y el pueblo en general, para mostrar que existen formas más eficientes de resolver los problemas de la comunidad. Así como una muestra fué el cumplimiento voluntario del día de parada para mejorar el trafico automotor, también pueden manifestarse en muchos otros campos los ejemplos de solidaridad voluntaria. La función de la dirigencia organizada debe ser la de plantear de manera simple en qué campos y en qué momento se puede activar la respuesta voluntaria de la gente para resolver determinados problemas. El gobierno puede tener el control sobre todos los órganos del estado pero ha demostrado, hasta la saciedad, su incapacidad de resolver de manera eficiente los problemas que aquejan a la colectividad, entre otros, la inseguridad, la insalubridad y el alto costo de la vida. Si la sociedad se organiza para palear estos problemas podrá sin dudas mostrar que hay fórmulas para resolverlos y que el único obstáculo para lograrlo sigue siendo la ceguera totalitaria del gobierno. No hay que desanimarse sino estar concientes de que tanto va el cántaro al agua hasta que por fin se rompe.
