El Editorial

Susurros y clamores

El manejo discrecional y sin transparencia del endeudamiento y de PDVSA se ha transformado en un asunto de honda preocupación nacional.

Para nadie es un secreto el rápido crecimiento del endeudamiento interno bajo este gobierno. El stock de deuda interna pasaría de algo más de 2 billones de bolívares en 1998, a 17-18 billones en 2003. Un incremento nominal cercano al 700% en cinco años. Esta dinámica implica un incremento importante del stock de deuda global en términos reales o en dólares.

El costo de servir esta deuda es creciente y muy oneroso. El gobierno está gastando más en el servicio de la deuda que en gastos sociales prioritarios, como en educación y salud. Algunos afirman que buena parte del nuevo endeudamiento es para pagar el servicio de la propia deuda, y de acuerdo a un informe de la Oficina de Asesoría Económica y Financiera (OAEF) de la Asamblea, el servicio de la deuda representa en la actualidad el 9% del producto. De continuar, esto podría crear una situación realmente preocupante en pocos años.

A ello se suma que los mecanismos que de endeudamiento utilizados por el Ministerio de Finanzas son cada vez más discrecionales y de menor transparencia. La discrecionalidad es el caldo de cultivo de la corrupción, la cual tiene altos costos. En la prensa aparecen a diario indicios según los cuales podrían existir ilícitos o elementos de corrupción en el manejo de las finanzas públicas, de dimensiones no conocidas en Venezuela.

En PDVSA la destrucción institucional ha conducido a que no se sepa cuanto se produce, cuanto se vende y cuales son los ingresos, después de medio año del inicio de la recuperación “patriótica” La empresa no ha podido cerrar sus estados financieros del año 2002 y existen fundadas dudas sobre la información que trasmite, tanto de producción como de ventas. Son numerosas las informaciones que señalan la existencia de convenios con intermediarios de poca reputación.

La crisis económica y el empobrecimiento de la nación son palpables, y es evidente que estamos en una situación donde, para usar la frase de Bolívar, “moral y luces son nuestras primeras necesidades”.

El gobierno no debería refugiarse en tecnicismo para ocultar lo que realmente sucede, tanto con relación al endeudamiento como al manejo de PDVSA. Se trata de problemas demasiados serios donde podría estar comprometido el patrimonio nacional. La exigencia de transparencia en el manejo de la cosa pública ha pasado de débiles susurros a un clamor nacional.

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