Todo puede pasar
En política, como en cualquier aspecto de la vida, nada está predeterminado. Las cosas suceden y no siempre se sabe por qué. El régimen tiene 22 años imponiendo su voluntad, si es que la tiene, a un país que ha dejado de ser lo que una vez fue o lo que pudo haber sido. Algunos creen aún que nada ni nadie los sacará del poder. Otros piensan que, como en tantos otros regímenes, las contradicciones internas terminarán por hacerlo colapsar.
Lo que casi nadie ve es que la subsistencia del régimen está estrechamente vinculada a lo que sucede y puede suceder en los países que ha escogido como sus mejores amigos.
En la mayoría de ellos no todo va viento en popa, más bien por diversas razones, cada uno de ellos tiene sus propios problemas y eso aleja sus miradas de este fracasado proyecto caribeño.
¿Qué sucederá si Putin sigue empantanado en su aventura bélica? ¿Qué pasará si las protestas en Irán se convierten en lo que hoy parece ser una rebelión y esta se convierte en una insurrección popular y en una revolución como en el ’79? ¿Qué impacto puede tener la desaceleración de la economía china y qué pasaría si su experiencia más bien negativa en América Latina la conduce a revisar su política expansionista por una mayor concentración en su desarrollo interno?
Como en política no hay determinismo sino probabilística, cualquier escenario puede ser el que termine imponiéndose y según el que sea -positivo o negativo- habrá consecuencias sobre la estabilidad del régimen y, por lo tanto, su mayor o menor disponibilidad a negociar una fórmula que implique una pérdida parcial de poder.
