Un debate estéril
No hay que ser zahorí para darse cuenta de que todos los poderes del estado venezolano están al servicio y a las órdenes del candidato presidente. Pero lo que no tiene sentido es que algunos miembros de la oposición pretendan abrir un debate sobre la conveniencia o no de haber firmado el acuerdo auspiciado por el CNE.
Sería muy útil que los objetores de conciencia que consideran que hay que endurecer la línea frente al CNE, porque este organismo hace todo lo necesario para promover el eventual triunfo electoral de Chávez, se tomaran el tiempo de leer Los días del Arcoíris de Antonio Skármeta para que vean cómo a pesar de circunstancias aún peores de las que existen en Venezuela, la oposición chilena logró vencer en el plebiscito a Pinochet. Y eso que lo único que se le permitió fueron apenas 15 minutos en televisión.
Muchos argumentos se pueden plantear sobre la manera como el CNE permite el obsceno ventajismo del gobierno e incluso que éste pueda generar una percepción, infundada o no, que las nuevas capta huellas pudieran poner en peligro el secreto del voto. Frente a estas circunstancias ¿qué podemos hacer para vencer esos obstáculos? En el pasado nos abstuvimos de votar con todas las consecuencias conocidas. Ahora lo que tenemos que hacer es, al igual que los chilenos, sumar voluntades, lograr una mayoría suficiente de votos que nos permita triunfar el 7 O y defender los resultados.
Ahora es un deber de todos los que nos oponemos al continuismo, a la destrucción de la democracia y a convertir a Venezuela en una nueva Cuba, apoyar la estrategia electoral del candidato de la unidad para lograr que multipliquemos por tres a los que tuvieron el coraje y la voluntad de participar en unas primarias que sorprendieron tanto a tirios como a troyanos.
Nadie ha dicho que la tarea será fácil pero si permanecemos unidos, evitamos debates estériles y dejamos que la conducción de este proceso sea llevada por los que hicieron posible crear la unidad política de todas las fuerzas opositoras, una tarea que parecía una utopía y que sólo se había logrado en Chile para derrumbar la dictadura de Pinochet.
Estos dos meses que nos quedan deben servirnos para llevar a todos los rincones del país el mensaje de que si hay un camino pero que para transitarlo debemos, sin miedo, salir a votar el 7 de octubre. Si todos al unísono lo hacemos, venceremos.