Un país al revés
Venezuela se parece cada día más a la pieza de teatro de Alfred Jarry Rey Ubu, una de las obras maestras del denominado teatro del absurdo. Al igual que Ubu el Presidente Chávez vive en un mundo de auto gratificación en la que la verdad es la que el desea que sea y, la mentira, es la norma con la cual se gobierna.
El caso de RCTV es, como diría García Márquez, la crónica de una muerta anunciada. No bastó con sacar su señal del aire, quitarle las antenas y enviarla al mundo disminuido -según el Gobierno- de las televisoras por cable. Pero, al constatar que, ese mundo dominado por parabólicas no era exclusivo de la odiada burguesía, sino también del ciudadano común, decidió crear unas nuevas reglas de juego en las que obligaría a RCTV Internacional a transmitir las inefables cadenas del Presidente de la República y a someterse no sólo a los avatares de la Ley Resorte sino, además, a una arbitraria restricción en las horas de publicidad, a fin de asfixiar al canal y obligarlo a retirarse del espacio radioeléctrico venezolano.
El Gobierno se da cuenta de que mientras existan espacios en los cuales la mentira no prevalezca y la realidad se muestre descarnada, es probable que la popularidad de Chávez siga cayendo y que la metáfora utilizada por los jóvenes de que estás ponchao se convierta en una dura verdad. Por eso es que cierran de nuevo a RCTV.
Para sobrevivir, el régimen necesita acallar toda disidencia y sembrar el terror para ver si así logra sobreponerse a las crisis que lo amenazan: la inseguridad, las fallas eléctricas, el deficiente suministro de agua, la acelerada y la destructiva inflación, todo ello amparado por una rampante cleptocracia.
Los estudiantes, mejor dicho el futuro de Venezuela, están diciendo con claridad que basta de abusos . Esperamos que el resto del país no los deje solos en su lucha y hagan lo que tengan que hacer para volver a poner a Venezuela al derecho.
