El Editorial

Una autocrítica necesaria

Parodiando el libro de García Márquez, el 21N fue la crónica de una muerte anunciada. Sin embargo, muchos de nosotros, movidos por los deseos -y no por el análisis de la realidad subyacente-, decidimos participar en lo que, con mucha razón, James Story calificó ya hace mucho tiempo como un evento políticamente irrelevante.

No terminamos de entender que el régimen tiene una estrategia clara y modifica las tácticas cuando se equivoca, como fue el caso de corregir el error cometido con la escogencia de los alacranes y aupar supuestas organizaciones opositoras que no eran otra cosa que aliados invisibles.

También hay que decir que los que «teóricamente» representan a la oposición en el CNE, no pudieron -o no quisieron- elevar su voz para protestar las múltiples irregularidades de la institución, así como los abusos cometidos por el Plan República.

El que si estuvo claro fue el Presidente institucional de nuestro país, al reiterar varias veces que no estaban dadas las condiciones para participar en estas pseudo elecciones. Penosamente hubo partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil que no quisieron escucharlo, sino que que se auto convencieron de una realidad que solo existía en sus cabezas.

Ahora todos se lamentan, pero no escuchamos ninguna autocrítica.

Si queremos que en el país ocurra un verdadero cambio lo que hay que hacer es deslastrar a la oposición a quienes no permiten una unidad de acción apoyando a quien es reconocido internacionalmente como la figura que representa lo que aún existe como expresión de la legitimidad constitucional.

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Un comentario

  1. La conducción de las funciones del Estado con un sistema de gobierno socialista, ahora se integra pragmáticamente, de manera absolutamente cómplice, ratificando su comportamiento contradictorio, mediante el apoyo a las elecciones regionales acompañados con los objetivos del poder y estrategias financieras. De esta manera, se logra una supervivencia artificial, incluso al margen de la ley, no solo como se ha dicho reiteradamente, sobre la usurpación del poder presidencial e institucional dentro de los principios constitucionales y de la mayoría de las leyes, las cuales instrumentaron ignorando las decisiones electorales del Tribunal Supremo de Justicia que en su oportunidad fue elegido legalmente.
    Este Poder Judicial en su momento formuló, demostró y sentenció decisiones que han sido compartidas, apoyadas y ejecutadas por gobiernos democráticos, los cuales no han reconocido formalmente al régimen y han insistido en su declinación y cese a la usurpación otorgando facilidades y recursos a un inexistente gobierno de transición; de paso, solicitando reiteradamente la recomposición del sistema electoral para que un gobierno de transición lleve a cabo elecciones presidenciales y de los estamentos institucionales de una república democrática.

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