El Editorial

Unidad

La unidad de acción de la oposición ante la mal llamada “reforma constitucional” no es un recurso retórico, es una necesidad fundamental para preservar lo poco de democracia que aún queda en nuestro país. No vaya a ser que nos ocurra como a los social demócratas alemanes que estando convencidos del desastre que significaría para Alemania un gobierno nazi esperaban que este fuese de corta duración.

Actualmente se necesita la unidad no para decidir si hay que ir o no a votar la otra Constitución del Presidente Chávez, sino justamente para promover e integrar un amplio frente nacional que le explique al país por qué esta constitución debe ser rechazada . La otra constitución es el marco institucional donde se consagra el poder omnímodo del “líder” por tiempo indefinido y se cambia la estructura social hacia un modelo similar al “socialismo real” del siglo XX, análogo al que todavía persiste en Cuba. En vez de ayudar al país a superarse lo que logrará es precisamente lo contrario, hundirlo, acompañado de una confusa mescolanza de ideologías superadas que de manera altisonante se denomina “socialismo del siglo XXI” o, en contradicción con el pensamiento de Bolívar, “socialismo bolivariano”.

Es hora de que los estudiantes, la sociedad civil, los partidos políticos, los profesionales, los obreros, los desempleados, los marginados salgan a la calle a desenmascarar la trampa de esa constitución, cuyo verdadero propósito es consolidar, aumentar y prolongar, indefinidamente , el poder del Presidente de la Republica sobre todos los habitantes de esta antigua tierra de gracia.

Todos tenemos que salir a la calle como en Fuente Ovejuna, todos a una, a dejar claro que no queremos más engaños. Que no creemos que en Venezuela sea necesario restaurar el caudillismo latinoamericano del siglo XIX bajo una nueva forma, que ni siquiera es una versión moderna del supuesto gendarme necesario de Laureano Vallenilla Lanz.

Si los venezolanos nos dejamos vencer por el fatalismo y sucumbimos ante la inexorabilidad de la imposición de la otra constitución de Chávez, posiblemente por un tiempo difícil de determinar dejaremos de ser un país forjador de libertades para convertirnos en un país dócil e invertebrado. Es verdad que hemos sucumbido muchas veces ante los estrafalarios diseños de los dictadores de turno, pero al final siempre ha prevalecido el deseo del pueblo venezolano de vivir en libertad. Para lograrlo esta vez requerimos la unidad de todos aquellos que todavía tienen pensamiento crítico y no están dispuesto a aceptar que se les imponga un nuevo yugo. Si lo vencimos una vez no vemos por qué no podemos lograrlo otra vez.

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