El Editorial

Venezuela alza la voz

El 11 de agosto del 2020 la Conferencia Episcopal Venezolana emitió un comunicado señalando textualmente:

“En este momento histórico de Venezuela, están convocadas para el 6 de diciembre las elecciones parlamentarias. Somos conscientes de las irregularidades que se han cometido hasta ahora en el proceso de convocatoria y preparación de este evento electoral: desde la designación de los directivos del CNE, la confiscación de algunos partidos políticos, inhabilitación de candidatos, amenazas, persecución y encarcelamiento de algunos partidos políticos, el cambio en el número de diputados y de circunscripciones electorales”… Y continúa la CEV aseverando:

“Ante esto un grupo importante de líderes y de partidos políticos ha expresado su voluntad de no participar en las elecciones parlamentarias. Esto no basta, deben asumir la responsabilidad de buscar salidas y generar propuestas para el pueblo que durante años ha creído en ellos, pues la sola abstención hará crecer la fractura político -social en el país y la desesperanza en el futuro …”

El llamado de la Iglesia constituye un diagnóstico preciso de lo que nos ocurre. El régimen, alegando el mandato constitucional de convocar elecciones parlamentarias, lo hace, pero violando todos los demás mandatos de la Carta Magna en cuanto a las condiciones que debe reunir tal consulta.

Para empezar, se viola el Art. El Art 296 de la Constitución que establece que los integrantes del CNE serán designados “por la Asamblea Nacional con el voto de las dos terceras partes de sus integrantes”.

No fue eso lo que ocurrió. Pasando por encima de la AN, un TSJ que tampoco tiene legitimidad de origen porque sus magistrados fueron designados sin cumplir con las condiciones establecidas en la Constitución, no sólo declaró ilícitamente un desacato de la AN (figura no prevista en la Carta Magna) sino que procedió a designar a los rectores del CNE de manera írrita y conforme a las conveniencias del régimen. No hay pues un árbitro independiente.

Tal como dice la voz de la Iglesia, se han confiscado partidos, inhabilitado candidatos, se ha perseguido y encarcelado a líderes y se han modificado el número de diputados y las circunscripciones que los eligen, violando por cierto no sólo las más elementales normas de la democracia sino también la prohibición expresa de no cambiar condiciones dentro de los 6 meses previos a la fecha establecida para las elecciones.

El cúmulo de irregularidades es tan contundente que esos Comicios no podrían ser reconocidos internacionalmente como ya lo han expresado numerosos países y organizaciones internacionales como la OEA, la Unión Europea, el Grupo de Limas, la Misión Independiente de la ONU y otros. Todo lo anterior, sumado a la reciente aprobación vía Constituyente de la Ley Antibloqueo, colocan a Venezuela en un plano diferente al de la democracia.

Pero aún así -dice la Conferencia Episcopal- no basta con abstenerse.

Los venezolanos estamos hastiados. Nos han hundido en una crisis sin precedentes. Dice la revista Foreign Office que es la mayor crisis que se registra en la historia de Latinoamérica y una de las 10 mayores que han tenido lugar el el mundo. El empobrecimiento de nuestros ciudadanos es brutal y, tal como lo muestra la encuesta ENCOVI, el 96% de las familias venezolanas viven por debajo de la línea de la pobreza. Más de 5 millones de compatriotas han tenido que irse de su país, tenemos la mayor hiperinflación y la mayor contracción económica del planeta; han destruido nuestro aparato productivo y por tanto las fuentes de trabajo, han destruido el agro; han colapsado los servicios’ públicos y nuestras refinerías no son capaces ni siquiera de producir la gasolina que requerimos.

En fin, no podemos quedarnos callados ni resignarnos, pero no basta con abstenerse.

Por eso Juan Guaidó ha lanzado la campaña Venezuela Alza la Voz, cuyo objetivo es movilizar a la ciudadanía para que participe en la Consulta Popular para rechazar el fraude y lograr elecciones presidenciales y parlamentarias libres, como lo exige la comunidad internacional y como lo requiere la inmensa mayoría de los venezolanos que con desesperación quieren recuperar las esperanzas y el futuro de su país.

José Toro Hardy, editor adjunto de Analítica

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Un comentario

  1. No hay nada que hacer, sòlo morir ¡en el tentativo de salir de la dictadura, hasta cuando en Venezuela va a seguir siendo una colonia de Cuba bajo las garras ensangrentadas de la mafia de los Castro.
    Esos chacales saben muy bien que si pierden su colonia, eso significa tambièn el fìn de su inmundo y maldito dominio en la isla antillana.
    Por eso estàn dispuestos a luchar hasta el ùltimo…. VENEZOLANO.

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