El Editorial

Venezuela en la encrucijada

El tiempo ha hecho mella en todos los venezolanos. Circunstancias negativas que cada día se vuelven peores ha afectado la psiquis y el estado de ánimo de muchos compatriotas.

Lo más grave es que no se vislumbra una solución clara y definitiva a la crisis que nos atosiga. Por un lado el régimen persiste, al igual que todos los sistemas totalitarios -aunque algunos analistas prefieran calificarlo de autoritario- en negar la veracidad de los hechos y perseguir con saña a todo aquel que pretenda mostrar públicamente todas las facetas de la crisis humanitaria, que comprende las muertes en hospitales por falta de insumos, el hambre que fuerza a muchos a rebuscar en los sacos de alimento algo que la sacie, la ausencia de transporte público que lleva a muchos a compartir la peligrosa experiencia de montarse en las llamadas perreras, y por supuesto negar la realidad de qué hay una severa crisis eléctrica al igual que el víacrucis de abastecerse de gasolina o de diésel, particularmente en el interior.

En el lado opositor se hace cada día más evidente como algunos políticos que “ resienten” el vertiginoso ascenso de Juan Guaidó, intentan, por diversos medios, buscar mecanismos y eventuales acuerdos, que interrumpan el mantra, ya parte del inconsciente colectivo, de que hay una secuencia lógica para superar la crisis que consiste en que primero tiene que ocurrir el cese de la usurpación y luego la instalación de un gobierno de transición que permita, entre otras cosas, preparar las condiciones requeridas para que puedan celebrarse elecciones libres en el país.

Por cierto, cuando se escuchan o se leen acerbas críticas a la participación de los enviados de Guaidó a los encuentros en Oslo, no entienden o no les interesa entender que eso es lo que debía hacer para aclarar su posición, que no es contraria a unas eleccione, pero que estas sólo pueden contribuir a solucionar la crisis si se cumplen los pasos previos necesarios. Así ponen en evidencia un grado de flexibilidad sin renunciar a los principios y más bien permiten que la comunidad internacional constate, una vez más, la falta de voluntad negociadora del régimen.

La encrucijada presenta dos vías, una seguir esperando a una intervención militar que no ocurre y otra apoyar a la negociación que ya está ocurriendo entre los diversos países interesados en resolver, a como de lugar, la crisis venezolana que ya se ha convertido en una de escala internacional.

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