Mundo Empresarial

De Pana, pepitos, hot dogs y cachapas venezolanas en Chile

Natascha Faroh y Fabián Farías son una pareja de venezolanos que salieron de su país hace seis y 16 años, respectivamente. Se fueron “por razones obvias”, afirma ella, “para no caer en política”. Su primera parada, y lugar de encuentro fortuito, fue Estados Unidos, pero hoy hacen vida en Santiago de Chile, donde son los orgullosos dueños del recién inaugurado restaurant De Pana, ubicado en la concurrida comuna de Nuñoa, en esa ciudad.

El concepto de su restaurante: llevar la cultura venezolana a ese lado del continente americano, y aprovechar para fusionarlo con los distintos sabores latinoamericanos que hoy también tienen cabida en Chile.

En Chile, cuenta Nathascha, a los perros calientes –como se les llama en Venezuela– los conocen como “completos” o hot dogs. “Para ellos, consiste en salchicha, tomate, palta, como le llaman al aguacate, y bastante mayonesa. Quisimos dar al restaurante esa fusión como concepto, para intentar que el chileno conozca nuestra cultura, pero sin dejar a un lado la de ellos. Es decir, para poder atender a ambos públicos”.

De Pana, llamado así por ser una frase venezolana frecuentemente usada por los venezolanos y su versátil a la hora de comunicar, basa su menú principalmente en pepitos, perros calientes y cachapas. Estas últimas agregadas a la carta como plato que aporta variedad.

De pana 2

Lealtad al pepito

“Somos 100% venezolanos en el sentido de los sabores, eso sí”, enfatiza Nathascha. “La malta Polar, el queso telita y guayanés. Gracias a Dios, aquí se consigue prácticamente todo, porque intentamos hacerlo todo lo más parecido posible a lo venezolano. Lo que a lo mejor allá no se consigue aquí sí”, señala.

De hecho, los ingredientes no serían para nada un problema para la cocina de De Pana. “Aquí ubicamos la  fábrica de unos venezolanos que hacen los quesos, y también ayuda que cosas como la malta y la Harina Pan son traídos desde Colombia o Estados Unidos, no de Venezuela. Nada es traído de allá”.

Sin embargo, aun con lo venezolano por delante, las fusiones están a la orden del día. Salsas como las de ajo, cebolla y maíz están garantizadas para aquél paladar que añora su Venezuela natal, pero quien así lo desee puede agregar el espíritu chileno a la mezcla. “Además de nuestras salsas típicas, de repente hacemos pebre, que es muy típico chileno. Entonces, si a un chileno le provoca ponerle pebre a su pepito bien. Es su toque”.

Fotografía por Marcos Ardila.
Fotografía por Marcos Ardila.

De igual forma, Nathascha explica que esta fusión iría más allá, hacia satisfacer paladares de otras culturas sudamericanas que también llegan a Chile. En el menú de De Pana, fácilmente descargable desde su recién estrenado sitio web (www.depana.cl, aún en construcción), figuran también platos como el perro caliente “parcero”, al estilo colombiano, o el “pancho” argentino, que se prepara con chorizo a la parrilla. “Tenemos unos que otros platos para ofrecer no solo la cultura venezolana, sino también integrarnos con un poquito de nuestros hermanos de otros países”, sostiene la dueña.

Los nuevos en la cuadra

Con todo esto,  no es de extrañarse la buena fama que el nuevo restaurante de Nuñoa ha despertado en su zona, así como en las redes sociales. Abrieron sus puertas el pasado 15 de febrero, y poco más de un mes después ya están por alcanzar los 700 seguidores en Facebook. Por esta vía,  explica Nathascha, llegan principalmente al público venezolano.

“Yo podría decir que ahorita la división entre clientes venezolanos y chilenos es casi como un 50 y 50. Porque, a través de las redes sociales, nos hemos dado a conocer al público venezolano, pero el público chileno es el del día a día, el que pasa por la calle. Estamos en una ubicación bastante privilegiada, pues el tráfico de gente es bueno y al lado tenemos automercados grandes que la gente visita mucho. El tráfico de oficinas y las construcciones que hay alrededor también ayudan. Tenemos un público muy variado”, afirma la emprendedora. “Lo que sí hemos notado es que la mayoría de los venezolanos que van, van en la noche”.

En cuanto a publicidad, más adelante, la idea es aprovechar espacios más allá de las redes sociales, probar suerte en la televisión chilena y participar en los diversos bazares que constantemente tendrían lugar en la capital chilena.

Sin embargo, hasta ahora, comenta Nathascha, el cometido se cumple cuando sienten satisfacer la querencia del paladar que extraña su hogar. “Nosotros intentamos tener el mismo sabor, las mismas salsas, los mismos ingredientes”, explica la emprendedora. “Hay muchachas venezolanas que han llegado, y por ejemplo, una me dijo: ‘Me hiciste llorar’, y yo le pregunté ‘¿pero por qué?’. ‘Me transportaste a Venezuela’, me respondió. Ella se sentía casi que en calle el hambre, en vez de parada frente al carrito, sentada en un local. Pienso que es como esa querencia del venezolano”, señala. “Estamos intentando  asemejar las cosas hacia eso, a los de nosotros”.

Emigrar

Fabián y Nathascha  llegaron a Chile, después de que la trasnacional donde él trabaja lo transfiriera desde Estados Unidos hacia el país del sur. A pesar de esto, comenta la dueña, el emprendimiento de De Pana, responde a la idea de tener algo propio y crecer económicamente.

Fotografía por Marcos Ardila.
Fotografía por Marcos Ardila.

Fabián continúa en su trabajo en la semana, pero en las noches y los fines de semana se vuelca a trabajar en su negocio, atender clientes, supervisar empleados. “Yo ahorita soy mamá 24/7. Pero él trabaja en De Pana todas las noches. Sale de su trabajo y se va al local. Y yo voy generalmente los sábados”, afirma Nathascha.

“Claro, es difícil emprender, como todo. Necesitas un capital, hacer estudios de mercado. Pero realmente yo creo que lo más difícil para nosotros acá fue conseguir un local acorde a lo que estábamos buscando. Aquí, generalmente, los alquileres de locales no son tan económicos y no queríamos empezar con un local demasiado grande, sino con algo más acogedor, más pequeño, más íntimo, donde la gente nos fuera conociendo y, dependiendo cómo se diera, ya en un futuro agrandarlo o de repente hacer la franquicia. Aún no lo sabemos porque estamos apenas empezando”, proyecta la emprendedora.

Volver a Venezuela no está en los planes de ambos, a mediano plazo, ni en los que hasta ahora tienen para su hija de seis meses de edad.

“Aquí tenemos un año y tres meses ya. Con toda honestidad, ahorita no tenemos en nuestros planes volver a Venezuela. Tenemos una bebé y estamos establecidos acá tanto emocionalmente como monetariamente. Nos está yendo bien. De verdad, que tal vez vayamos de vacaciones, pero tanto como ir a Venezuela a hacer negocios o algo por el estilo no está en nuestros planes en este momento”, sella Nathascha.

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