¿Emprender en la adversidad?
Todo emprendimiento surge luego de analizar un problema y proponer una solución viable, sistemática y factible, que satisfaga eficientemente las necesidades de quienes sufren a diario las consecuencias del problema.
Los verdaderos emprendedores somos personas con un alto nivel de certeza, un gran sentido de racionalidad, un objetivo claro en la mente y una imperturbable voluntad para triunfar. No tenemos metas imposibles cuando la pasión tiene más peso que las dificultades. Muchos tenemos la gran responsabilidad de mantenernos a nosotros mismos y a nuestras familias, pero todos tenemos el deber moral de aportar nuestro talento para el bien común y el desarrollo del país, aunque algunas sociedades no logren asimilar todavía el valioso aporte del emprendimiento en su polifacético rol de oficio, ciencia, arte, doctrina, estilo de vida, sistema de producción y cultura.
Aunque parezca irracional, emprender en ambientes hostiles pareciera duplicarnos el nivel de enseñanza que nos deja tal experiencia. Tener que luchar contra las situaciones adversas que normalmente nos atacan, adicionando un mayor grado de complejidad, debido a escenarios impuestos por sujetos que desconocen el complejo ciclo de los emprendimientos y de los negocios, que no aportan nada en favor de las iniciativas de producción y que, por el contrario, se especializan en entorpecer y torpedear a los emprendedores con leguleyerías, burocracia, elevados costos y múltiples obstáculos desmotivadores, no es más que una señal de que debemos elevar nuestro nivel de compromiso e involucrarnos aún más con nuestro sueño, con nuestro propósito y con nuestra verdadera razón de emprender. La determinación, la constancia y la perseverancia ahora deben acompañarse con mucha más racionalidad y preparación.
Emprender con seriedad en condiciones desfavorables deja ver claramente el tamaño y la profundidad de la voluntad del emprendedor, ya que en un hábitat plagado de incertidumbre, quienes se atreven a emprenden o son personas muy arriesgadas que desconocen los riesgos o, por el contrario, son personas centradas, con gran conocimiento del mercado, un dominio absoluto de su propuesta y un muy elevado nivel de certidumbre. Esto último se logra profesionalizando nuestra propuesta.
Ser emprendedor en lugares en donde la adversidad económica, social y política son parte de la realidad en cada uno de los pasos que debemos dar diariamente, sin dudas podría ser considerado como una especie de deporte extremo o incluso como un acto de masoquismo individual y corporativo.
Sin embargo, en primer término, hay que considerar que en este tipo de ambientes, no todos están dispuestos a emprender y no todos los que emprenden de forma improvisada podrán resistir los embates de un sistema de administración pública caótico, que en gran medida desfavorece la iniciativa emprendedora. Por consiguiente, es obvio que un ambiente adverso para el emprendimiento representa un altísimo riesgo para los emprendedores improvisados, que se atreven a lanzar al mercado su propuesta de forma mediocre, pero a la vez representa mucho más que una gran oportunidad para emprendedores respaldados por una metodología robusta de emprendimiento, con métodos probados, que minimice los riesgos del ambiente y maximice las potencialidades del emprendedor, de su propuesta y de su negocio ya en marcha.
Es por eso que hoy más que nunca, el reto de emprender en Venezuela requiere mucho más de nosotros: quienes emprenden deben profesionalizar sus herramientas de emprendimiento, deben agudizar sus sentidos y deben cultivar su cultura emprendedora. Por otro lado, quienes nos encargamos de blindar los proyectos de los emprendedores con propuestas de formación complementarias a la educación oficial, tenemos el deber de optimizar nuestras ofertas de formación emprendedora y de asesorías personalizadas para la elaboración de proyectos, ya que si logramos enseñar y transmitir eficientemente las habilidades, destrezas y competencias de emprendimiento a los emprendedores novatos, estaremos garantizando no sólo el éxito de cada negocio de forma individual, sino que estaremos ayudando a esos emprendedores a darle un mejor nivel de vida a sus respectivas familias ya la vez contribuyendo con la construcción de un mejor país, que en el fondo debe ser el objetivo común.
Sin dudas, pienso que el truco para vencer la adversidad y encaminarnos hacia el verdadero desarrollo está en la potenciación de la voluntad emprendedora y la optimización de las técnicas de emprendimiento de la población.