Mundo Empresarial

La arepa llegó a Florencia para conquistar a la cuna de la cultura

Por María Fernanda González – especial desde Florencia (Italia)

Florencia (Italia) es símbolo de cultura y civilización en el mundo entero. El Duomo de Brunelleschi, el David, Michelangelo, Maquiavelo y el gran Leonardo Da Vinci son monumentos y personajes de una ciudad dividida por el majestuoso río Arno, que puede atravesarse por el muy lujoso y romántico Ponte Vecchio, un lugar en el que, si uno cierra los ojos, puede viajar al pasado y ver las historias de poder, amor e intriga de los Medici y su Gran Ducado.

En medio de todo esto puede encontrarse un pequeño local pero acogedor. Con solo abrir la puerta, cualquier venezolano se siente en casa. El olor es a sofrito de aliños como ají dulce –un producto extraño para los cocineros italianos–. Siete arepas distintas, cachapas, tequeños, pastelitos, pabellón criollo y hallacas son algunas de las comidas venezolanas que ofrecen en L’Areperia.

Sonia, con 22 años en Italia, narra que no ha sido una empresa fácil porque “son muchos los tramites” para lograr montar un restaurant, pero como ventaja a su favor, “trabajé dieciséis años en un bar, comencé como mesera y fui escalando hasta llegar a la cocina. En ese tiempo obtuve certificados que igual hubiese tenido que sacar para lograr este sueño”.

Y es que L’Areperia es un verdadero sueño, porque Sonia tenía bastante tiempo con ganas de abrir su negocio, un deseo que se hizo realidad hace dos años. “Los venezolanos que vienen de turistas llegan aquí porque buscan en Internet una alternativa, pues la comida italiana será la mejor del mundo, pero para los venezolanos lo máximo es comerse una arepita, una sopita, una hallaquita, un pabellón… y aquí los tenemos”.

A orillas del Arno y Florencia a sus pies

Via della Mosca es la dirección de L’Areperia. Justo al final de la calle está el Lungarno, y allí, Florencia. Los florentinos y sus visitantes caen rendidos ante la belleza del Arno. Allí, la arepa venezolana se está haciendo su puesto; allí, siete variedades de rellenos tienen a los italianos a sus pies.

Los rellenos son: Reina Pepeada, Pelua, Sifrina, Rumbera, Perico, Dominó y La Catira. Todos excelentemente descritos en el menú en italiano e inglés, de manera que cualquier comensal pueda saber qué pedir y escoger la arepa que más le guste o atraiga.

Muchos llaman y reservan para ir a cenar. A la hora del almuerzo, no faltan los que pasan por aquí: los vecinos, los turistas y los venezolanos, pero sobre todo los italianos atraídos y seducidos por los sabores criollos. “La que más piden es la sifrina, porque es picante”, cuenta Sonia entre risas por la forma en que “los italianos dicen ‘sifrina”. Todo lo que sirven es hecho por ella misma y por sus dos compañeras de trabajo, quienes hace poco, y huyendo de la crisis venezolana, vinieron a ayudarla en esta empresa.

L’Areperia, un lugar de rumba y encuentro

El pasado 24 de diciembre, Sonia decidió celebrar la Navidad “con nuestra tradición” e invitó a los venezolanos en Italia a cenar el plato navideño y a esperar la llegada del Niño Jesús. “Vinieron de otras ciudades, esto se llenó y aquí estuvimos hasta las 2:00 am bailando y celebrando”, relata Sonia con un brillo en los ojos, que hacen pensar que fue una noche divertida y con calor familiar.

Además, el 14 de septiembre –fecha en la que se celebra el Día mundial de la arepa– Sonia sirve un plato con los siete sabores en arepitas más pequeñas, para que los comensales puedan probar la variedad de sabores.

Por otro lado, L’Areperia sirve como un centro para recolectar medicamentos y enviarlos a Venezuela a quienes los necesitan. “Hemos recogido dinero para otras ayudas a nuestros paisanos que están pasando por tan mala situación en nuestro país” y cuando algún político viene a Florencia, pasa por el restaurant para conversar con la comunidad e informarla de los últimos detalles de la vida en Venezuela.

“Aquí –dice Sonia– a veces se prende el bochinche, porque la música hace que la gente se ponga a bailar y se arma la rumba”. De fondo suena Juan Luis Guerra y su 440, Gente de Zona y otros ritmos más, todos caribeños, propicios para mover el esqueleto. “Mi esposo, que es italiano, me dice que los venezolanos celebramos hasta porque se cierra la puerta. Ellos (los italianos) son muy fríos, nosotros somos muy responsables, pero celebramos, estamos alegres, felices”.

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