Mundo Empresarial

Los cuatro espíritus del progreso

«La vida es una eterna despedida», Pablo Neruda.

Obviamente, si lo vemos sólo desde el punto de vista romántico, estaremos pensando en separación y nostalgia. Pero la verdad es que a lo que se refería este grandioso poeta Latinoamericano, si lo vemos desde un punto de vista progresista, tiene que ver con otra frase más antigua aún: «Ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos… Lo único constante en la vida es el cambio», Heráclito.

Es decir, para poder progresar, evolucionar, crecer, desarrollar nuevas y mejores competencias es necesario despedirse constantemente de formas, costumbres, hábitos e incluso personas que impidan ese cambio hacia tu propia superación y mejoramiento de tu calidad como persona, profesional, pareja, familia y miembro de una sociedad que mejora en la medida en que tu evolución se va concretando. Para poder compartir, necesitas tener algo para compartir, y en la medida en que tengas más o mejores habilidades, talentos o recursos, ello te permite ser más para otros también.

De eso se trata el progreso, y si hay gente que decide conformarse con lo promedio, hay personas, empresas, países, equipos, grupos, familias y comunidades que deciden ir por más, por aquello que dentro de su potencial se encuentra disponible para construir a través del esfuerzo y el disfrute creativo de la cotidianidad.

A esa gente la vas a identificar porque tiene el espíritu adecuado en cada aspecto de su actuar diario. Ánimo proviene del latín anima, que significa «alma, espíritu o sustancia espiritual primordial de la actividad humana»; el ánimo que le coloquemos a nuestro desafío determinará nuestro progreso en su acecho.  Y ese espíritu o actitud lo hemos dividido en cuatro para facilitar su conocimiento y práctica:

1.- Espíritu de propósito

Tener un propósito claro y que a su vez corresponda con el propósito más amplio para el cual puedan aspirar, de tal forma que dentro de ese propósito colectivo o colectivista quepan muchos otros propósitos individuales y complementarios. Lo importante es que todos converjan hacia el mismo lugar y que no desvíen los esfuerzos, no frenen los ánimos, ni dividan las aspiraciones. La aspiración total ha de ser la que más y mejor impacto tenga la posibilidad de generar. Este propósito ha de sembrar esperanzas, orgullo, sonrisas y suspiros en la mayor cantidad de personas posible. No se trata de estar bien, se trata de enamorar y enamorarse.

2.- Espíritu de ganadores

Un ganador es aquel que tiene claro que para ganar hay que enfrentar aquello que desafíe su fe, sus ganas y su misma capacidad de ejecución. Para ganar hay que caerse mil veces y creer que hay algo seguro para levantarse. Ganar es saber que uno no gana nada hasta que comparte todo. Ganar implica querer ir más allá de la lógica que nos invita al mínimo esfuerzo en contra del máximo sueño. Para ello, saber qué es lo que nos invita a la comodidad del suelo; para ello, saber qué nos da miedo de lograr el objetivo; para ello, sentir la curiosidad del que persevera y no se rinde ante la adversidad obvia y evidente que forma parte de lo grande.

3.- Espíritu de cambio

Es desear el cambio más que temerle a soltar lo habitual. Es adelantarse a algo que viene porque es natural, de tal forma de proporcionarle la forma que te apasione y le dé dignidad al cambio. Es innovar y conducir el cambio. Es sentir lo sabroso de evolucionar y tener la conciencia de la progresividad como única manera sustentable de hacerlo. La paciencia es la conciencia de tu fe en ti. Querer cambiar más allá de la incertidumbre del resultado de ese cambio, comprendiendo que de todos los escenarios siempre el cambio es el mejor de ellos. Es entender que hay tres escenarios para que el cambio se dé: que tú lo decidas, lo cual es lo mejor que te puede pasar; que la vida lo decida por ti a través de un evento advertencia, porque tú tuviste demasiado miedo para tomar la decisión en el momento adecuado y allí la frustración de la víctima es el resultado seguro ante el postergar; o el tercer escenario es que la muerte te lo haga ver y allí ya es muy tarde, murió una oportunidad, una relación o un producto para no hablar de lo evidente que es la posibilidad que al final de tu vida te voltees y te digas «sí lo hubiera hecho…».

4.- Espíritu de equipo

Es darte cuenta que sólo puedes hacer cosas grandes pero que en conjunto puedes lograr cosas extraordinarias y grandiosas. Es entender tu necesidad del otro, es conocer al otro para ofrecer tu apoyo y recibir el suyo. Es valorar al otro para en ese reconocimiento mutuo puedan darse el todo y construir su todo. Es liderazgo, es empatía, es coherencia y es responsabilidad mutua de amar, lo que se construye para ponerle la misma pasión y entrega. Es disfrutar del otro, celebrar su existencia y gritarla al mundo, por lo menos tu mundo. Es sacrificar lo individual en función del colectivo y potenciar mi individualidad a través del colectivo. Es priorizar lo individual en función del propósito colectivo superior y potenciar mi individualidad a través del colectivo. Es ser en el mundo y crear mundos nuevos donde no seas el único habitante.

Con este espíritu claro y compartido, el progreso es una posibilidad que permanentemente podemos aspirar y elaborar. Para ello nos necesitamos creer merecedores de él y necesitamos mirar hacia el horizonte deseado. La mediocridad suele mirar para los lados, la excelencia siempre mira hacia adelante y para allá juntos vamos. Progresar es una aventura para la cual fuimos preparados. Yo estoy listo, ¿y tú?

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