¿Cómo tratar una realidad preocupante: la flacidez en cuerpo y rostro?

Una de las bendiciones de la juventud es la piel firme y los músculos turgentes, pero en la medida en que vamos cumpliendo años, ese privilegio comienza a decaer hasta que un día vemos en el espejo áreas que están cada vez más caídas. En ese momento escuchamos una voz que nos dice: Bienvenido al mundo de la flacidez.

Pero antes de caer en la desesperación, debemos saber que la flacidez cutánea es la pérdida de la firmeza y elasticidad de la piel debido a la disminución -en cantidad y calidad- de las fibras colágenas y elásticas, que son pilares de fijación del tejido, situación ésta que se da por el envejecimiento y degeneración de los fibroblastos, quienes son los precursores de dichas fibras. Al hablar de flacidez es conveniente diferenciar que puede ser de tipo muscular, cutánea o mixta.

La flacidez muscular es la falta de tono en los músculos, siendo suficiente un incremento en la actividad física para subsanar tal problema. La flacidez cutánea es la descrita al inicio y, por consecuencia, la mixta es la que cuenta con pérdida simultánea de firmeza y tono en la piel así como en la musculatura. También he notado que suele confundirse la flacidez con Celulitis y con obesidad localizada, siendo entidades diferentes que se tratan de forma distinta, aunque puedan estar presentes al mismo tiempo, lo que ameritaría terapias combinadas.

Agentes causales

Si bien, el envejecimiento es la causa principal y más común de la aparición de flacidez, podemos encontrarla en personas jóvenes que han sufrido por lo menos alguno de estos detonantes: exposición solar excesiva e inadecuada, poca ingesta de proteínas, cambios constantes y bruscos de peso, embarazos (con mayor prevalencia en los gemelares o múltiples), poca hidratación (ingesta de agua), fumar, poco descanso, trastornos hormonales, herencia.

Signos o consecuencias

Las zonas de mayor y temprana evidencia son: rostro, cuello, abdomen, glúteos, cara interna de brazos y cara interna de muslos. Dependiendo de que tan brusca o progresiva sea la causa que genere la flacidez, veremos que sus signos pueden ir desde un leve descolgamiento de la piel y envejecimiento leve, hasta la aparición de estrías, grandes pliegues de piel y arrugas. En el rostro, comenzamos a ver un descenso de las cejas, bolsas en los párpados, el valle de lágrimas, es decir, el surco que se forma desde el borde interno del párpado hasta la mitad de la mejilla, dividiéndola en 2 y dando ese aspecto de enfermo y cansado; la sonrisa de marioneta y los conocidos bulldogs o acúmulos de grasa en el borde del maxilar inferior y la papada en el cuello.

¿Cómo tratarla?

El mejor tratamiento es siempre la prevención pues, si bien no vamos a detener el envejecimiento, tampoco es conveniente acelerar el proceso, lo que además exacerbará los signos.

De igual manera debemos considerar que si la flacidez viene acompañada de otros trastornos como la obesidad y la celulitis, deberán tratarse cada una de ellas de manera conjunta para poder obtener óptimos resultados.

Las terapias que hasta la actualidad han generado buenos resultados son aquellas que producen un calentamiento de la dermis profunda sin afectar a la epidermis o capa superficial de la piel. La consecuencia de dicho calentamiento es la estimulación de producción de nuevo colágeno y re-tensado de las fibras ya existentes. Para producir dicho calentamiento se utilizan diversas tecnologías que se escogerán según el caso, dentro de las que destacan:

Radiofrecuencia: Ondas de muy alta frecuencia capaces de producir altas temperaturas que ocasionan la contracción de las fibras elásticas y estimulan nuevo colágeno dando como efecto una retracción de la piel. Se indican esquemas de varias sesiones 1 vez por semana (alrededor de 6 u 8) que deben repetirse cada 6 meses. Ideal para zonas extensas y con inicios de flacidez.

Láser e IPL: Se basa en la producción de calor por efecto lumínico, el cual puede usarse para tratar varias condiciones al mismo tiempo, tales como las manchas, queratosis, estrías, venitas y poiquilodermia que pueden estar acompañando a la flacidez. La cantidad de sesiones dependerá de cada caso en particular pero, además de generar retracción de piel, aporta un aspecto más luminoso y saludable.

Plasma rico en Plaquetas: Es el gran acompañante de cualquier terapia contra la flacidez ya que aporta células nuevas para generar nuevo y mejor colágeno y elastina.

Masajes: No es la terapia de preferencia si de flacidez se trata y sobretodo, los masajes fuertes están prohibidos, ya que producen mayor rompimiento de las pocas fibras que aún quedan funcionando. Los suaves aportan oxigenación y drenaje al tejido.

Cirugía: Es el tratamiento de elección cuando la cantidad de piel colgante o sobrante es mucha. Se necesita tener un buen criterio evaluador para saber cuándo el corte de la piel excedente es la solución. Los inconvenientes son la cicatriz residual y el riesgo de cambiar la conformación o rasgos cuando se aplica en la cara.

Ultherapy: Es lo más actual en tecnología, la cual ofrece reducir, gracias al ultrasonido fraccional, al menos 5 años de edad en 1 sola sesión, sin riesgos, sin cirugía, sin reposos y por encima de todo, sin modificaciones de las facciones, ni de la expresión facial. Sus efectos duran 2 años y hasta el momento está aprobado por la FDA para uso exclusivo en rostro. Sin embargo, ya existen trabajos adelantados de su uso corporal. Es considerado el tratamiento ideal para quienes tienen flacidez en etapa inicial, así como para aquellos que en estado un poco más avanzados de flacidez, se niegan o no pueden someterse al bisturí.

Siempre recuerda que una buena alimentación bien cargada de proteínas, el consumo de agua pura, un buen descanso, así como no saltarse el desayuno ni hacer actividad física en ayunas y protegernos del sol, nos permitirá postergar la tan temida flacidez.