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El linfoma no hodgkin folicular es asintomático pero detectable

Aunque no suele presentar síntomas en su etapa inicial, la progresión poco agresiva del linfoma folicular no Hodgkin durante su etapa inicial hace de éste un cáncer con alto índice de supervivencia, pudiéndose prolongar la vida del paciente hasta más de 15 años.

            A pesar de no ser tan frecuente como el linfoma de células grandes, ha tenido una incidencia significativa ya que en España alcanza los 5 mil diagnósticos al año, según lo explicó el Dr. Armando López Guillermo, hematólogo del Hospital Clínico de Barcelona, España, quien aclaró que  la inflamación de los ganglios es el síntoma más frecuente en este tipo de linfoma, pero que no siempre aparece. Lo más pertinente ante la duda es acudir al médico, quien evaluará la necesidad de practicar una biopsia.

            Igualmente comentó que 40% de los casos diagnosticados sin síntomas puede que no necesiten tratamiento farmacológico, mientras no progrese el linfoma. En este sentido, la edad de la persona y la biología del tumor son los factores que indicarán el desarrollo de la actividad cancerígena. Asimismo, la necesidad del tratamiento puede surgir en un margen superior a diez años.

            En la mayoría de los casos el paciente parece  estar sano, ya que no identifica sus síntomas como un problema de salud, pero una vez diagnosticado el linfoma, lo primero que se debe  evaluar es si la persona necesita o no el tratamiento. “Hay criterios que nos indican cuándo es pertinente comenzar terapias; la opción estándar es la inmuno-quimioterapia, que combina anticuerpos monoclonales como rituximab con quimioterapia” especificó el doctor López.

El doctor López explicó que los resultados preliminares que ha arrojado el estudio Prima, que se encuentra actualmente en fase de seguimiento, reflejaron que existe una terapia de mantenimiento cuyos resultados han mejorado el escenario de la calidad de vida de los pacientes; en este sentido, aclaró que: “la mayoría de las personas que reciben tratamiento, de primera o de segunda línea, tienen un alto riesgo de recaída. Sin embargo, el estudio Prima, realizado en más de 25 países, evidenció que dicha recaída puede evitarse o retrasarse usando rituximab como terapia de mantenimiento durante dos años”.

A modo de conclusión, el especialista comentó que el estudio Prima también demostró una buena tolerancia, ya que rituximab carece de efectos adversos asociados a toxicología, lo que hace que dicha terapia de mantenimiento apunte hacia una mejor calidad de vida para el paciente, aún después de los dos años posteriores al mantenimiento. Además, su práctica dosificación cada dos meses permite una mejor adherencia al tratamiento.

 

Información: Comstat Rowland Comunicaciones Estratégicas C.A

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