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En Venezuela el rancho está en la cabeza

“Algunos tratan de nivelar la pobreza hacia abajo, es decir, sacrificar la iniciativa, las ganas de progresar y de mejoramiento de las condiciones de vida, tal como es en Cuba, donde la vida es precaria, con muchas carencias y restricciones, siendo casi nulo el desarrollo económico y de libertades”. Así lo destacan Christiane Handl de Rodríguez Velásquez y Fernando Rodríguez Velásquez, quienes analizan la situación de pobreza en el país en la más reciente publicación de la Fundación Venezuela Positiva, Nuevas ideas para viejos problemas.

Para este matrimonio, ella médico- psiquiatra y él abogado, hablar de pobreza en un país como Venezuela, supuestamente rico por su petróleo, no es fácil. Afirman que nivelar el estatus de la población hacia abajo no es la solución, y ponen como ejemplo a seguir el caso de Austria, país que fue extremadamente pobre después de la Segunda Guerra Mundial.

Austria aplica un esquema de libertades donde el ser humano no es parte de una estructura, sino la estructura en sí. Los analistas señalan que hoy en día los habitantes de esa nación gozan de oportunidades en áreas como la educación, salud y vivienda; además, cuentan con democracia y libertad, lo cual ha sido la base para su desarrollo actual.

No ven del todo cierto la aseveración de que en Venezuela se ha reducido la pobreza durante este gobierno. “Quizás esa disminución es vista desde el punto de vista político; desde el punto de vista real lo que se ha podido reducir es el hambre, se han mejorado las condiciones de vida de ciertas familias a través de becas, subsidio a los alimentos y dotación gratuita de enseres; pero, ¿esto es reducir la pobreza?, ¿cuál es la participación del individuo en la consecución de mejoras?”, se pregunta la pareja.

Christiane Handl de Rodríguez Velásquez y Fernando Rodríguez Velásquez sostienen que uno de los factores a contrarrestar en el país es la cultura de la pobreza. “El rancho no sólo está en las construcciones físicas donde viven sus habitantes, sino en la cabeza y actitudes de muchos de nosotros”, apuntan.

Estos analistas observan con preocupación que muchas familias esperen que se resuelvan sus problemas mediante planes del gobierno sin esfuerzos compensatorios, al igual que una continua pérdida de valores morales y religiosos, entre otros factores que cultivan aspectos más negativos aún, tales como la delincuencia.

La deserción escolar, es otro coadyuvante de la cultura de la pobreza. “Las hembras enfrentan mayores obstáculos para la educación; en ocasiones por las labores y violencia doméstica, la inseguridad, el desempleo, embarazo precoz, etc. Cuando llegan a la adolescencia una gran parte de ambos géneros han abandonado la escuela”, destacan.

¿Soluciones?

Tanto para el Sr. Rodríguez Velásquez, como para la Sra. Handl de Rodríguez Velásquez, se deben aplicar intervenciones terapéuticas con apoyo de especialistas a nivel de familias. Es preciso impulsar planes para la disminución del consumo de drogas e introducir temas como el afecto en el debate sobre la familia.

“Lograr la educación primaria obligatoria es una meta que cualquier gobierno se debe imponer y luego la creación de institutos de aprendizaje de carreras breves, que pongan a las generaciones de menores recursos en actividad rápida”, resaltan en el capítulo que desarrollan en el libro Nuevas ideas para viejos problemas, de la Fundación Venezuela Positiva.

 

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