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Aura Colina y el noble sentido de respeto que se debe al canto

Para un periodista escribir sobre Aura Colina en ocasión de su muerte, es parte de su tarea de informar de un modo rápido, responsable y veraz, pero para un músico, como es mi caso, es sentir con profundo dolor que se apagó una voz de innumerables cualidades artísticas y nos dijo adiós, una inolvidable cantante que actuó siempre con el noble sentido del respeto que se debe al canto.
Aura Colina fue una mujer compenetrada con el movimiento artístico en Venezuela. Era hija del escultor Alejandro Colina, el artista de las grandes formas plásticas de la piedra, quien dio a nuestros aborígenes una fisonomía propia y supo reconocer el don de la belleza que iluminaba a las divinidades autóctonas, como la Reina Maria Lionza. El, con su toque de maestro, les imprimió fuerza, vigor, aliento de héroes, estampa de semidioses guerreros. Cuentan, que cuando el arquitecto suizo-francés Le Corbusier lo visitó en su estudio de Caracas, al observar aquellas formidables esculturas, exclamó:-“Dios mío, si Cristóbal Colón hubiera visto los indios de Alejandro Colina, con toda seguridad que nunca hubiera desembarcado en estas tierras”. Quizá a modo de una herencia artística de su padre, Aura Colina recibió la fuerza de su canto. En efecto, Aura fue una soprano dramática, de voz sonora y penetrante. Sus centros lucían sustanciosos y extendidos hacia el agudo. Se le puede caracterizar como una cantante de gran sentido rítmico y una perfecta consistencia tonal.

Carmen Mannarino ha sido tal vez quien mejor la ha definido como cantante, en los siguientes términos: “Soprano de extensa y poderosa voz, dueña de una capacidad interpretativa que subyuga por igual en la delicadeza de una canción de cuna, en el vigoroso dolor de un spirituals negro, en las sentimentales cadencias de una melodía francesa, en el lied alemán, en la exigencia de perfección de la música del preclásico o en una aria operística de Otelo de Giuseppe Verdi”. Muchos otros músicos y críticos venezolanos han puesto de manifiesto las cualidades de Aura Colina. Israel Peña destacó “su penetración interpretativa, su diferenciación de estilos y el encanto de su voz”. Rhazés Hernández López: “su voz nos impresionó por su belleza y extensión”. Moisés Moleiro: “es una excelente cantante de poderosa y bella voz, a lo cual se unen serios conocimientos musicales cuidadosamente adquiridos y disciplina, todo ello respaldado por un auténtico talento”. Inocente Carreño: “Posee excepcionales condiciones artísticas, producto de su sensibilidad, inteligencia, disciplina y de su incansable afán de superación en la técnica del arte vocal”.

Aura Colina Heredia nació en San Juan de los Morros, Estado Guarico, el 2 de febrero de 1940. A los cinco años de edad se traslada con su familia a Caracas. Inicia sus estudios musicales en 1958 en la Escuela José Ángel Lamas, donde toma lecciones de canto con Lidia Butturini de Pannaro, de piano con Paúl Manelsky y de teoría y solfeo con Inocente Carreño. Años más tarde inicia cursos de composición e historia de la música con Vicente Emilio Sojo y Eduardo Plaza. Años después de graduarse como cantante en Venezuela, viaja a Austria para realizar un curso de lied alemán en el Mozarteum de Salzburgo, bajo la dirección de Paúl Schihansky. Es también egresada del Instituto Pedagógico Nacional como profesora de Física y Matemáticas y como tal ha ejercido actividades docentes por más de treinta años.

En su carrera como cantante Aura Colina ha formado parte de grupos corales como la Asociación Mozart, Grupo Arpegio y Grupo Vocal Metropolitano. En sus comienzos perteneció también al Centro Escuela Ópera de Caracas, dirigido por Franklin Choset. Su principal actividad ha sido como recitalista, en este sentido ha ofrecido numerosos conciertos con acompañamiento de piano y de orquesta, entre ellas, un buen número de  orquestas sinfónicas que operan en Caracas y en todo el país. Su repertorio abarca la ópera, oratorios, cantatas, música de cámara, lied y canciones venezolanas, latinoamericanas y del repertorio universal.

Uno de los conciertos más importantes en que le toco participar tuvo lugar el 23 de Julio de 1985, en la Sala de Conciertos de la UNESCO, en Paris. En esa ocasión con el acompañamiento de la orquesta Solistas de Venezuela, dirigida por Inocente Carreño, interpretó tres canciones de compositores venezolanos: Tren de Vicente Emilio Sojo, Canción del Recuerdo de Luis Morales Bance y Mi corazón callado te lo entrego de Inocente Carreño. Estas mismas canciones fueron también grabadas en un LP titulado Canciones Venezolanas, Aura Colina con acompañamiento al piano de Carmencita Moleiro. Este disco fue una edición para conmemorar el vigésimo aniversario de la muerte de Juan Bautista Plaza, e incluye también Hilando el copo del viento, música del mencionado autor y textos de Luis Barrios Cruz; Vuelas al fin, música de Moisés Moleiro y letra de Luis Pastori; y, varias armonizaciones de Vicente Emilio Sojo.

En el marco de la Escuela de Ópera de la OMAC, en el año de 1978, tomó parte en la presentación de La Solterona y el Ladrón de Gian Carlo Menotti, que tuvo lugar en el Teatro Municipal de Caracas. Igualmente, intervino en 1979 en el montaje realizado por el Centro de Estudios de Ópera de Caracas (CEOC), de la obra de Engelbert Humperdinck Hansel und Gretel. Aura Colina interpreto los papeles de La Bruja y La Madrastra, los que alternó con Janees William, cantante de origen norteamericano radicada en Venezuela.

En ocasión del estreno de las Canciones para Orquesta y Voz de Alba Quintanilla, que fueron galardonadas con el Premio Nacional de Música Vocal en 1964, cantó con la Orquesta Sinfónica Venezuela.

Aura Colina ha formado con la arpista Evelia Taborda el Dúo Voz y Arpa, con el cual han realizado numerosos conciertos de música tradicional venezolana. Han grabado un CD con el sello Estudio Sono 2000 C.A. que recoge 9 canciones venezolanas de la recopilación de Vicente Emilio Sojo: Quisiera ser, Salve de Guatire, El viajero, Cántico, Si de noche ves que brillan, Dormite mi niño, Sobre la arena, Esta noche serena, y Don Ramón. Así mismo, contiene 3 canciones de Moisés Moleiro: Éxtasis, Fulgida luna, y Crepuscular. Además seis canciones infantiles de Antonio Estévez

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