Salud y Bienestar

Capítulo XXIV – Alcoholismo en los Conflictos de Pareja

Este es un capítulo de nuestro libro «Soluciones a los conflictos de pareja», en el cual ambos temas se reúnen.

Todos los cuadros anormales vinculados a la ingestión de alcohol; consumo excesivo, enfermedad alcohólica y embriagueces patológicas, brindan su triste aporte a los conflictos de pareja.

Los casos son claros, y el diagnóstico se hace a primera vista, casi desde la puerta del consultorio.

Se trata de un hombre de 20 a 40 años de edad. Suele estar relativamente bien vestido. Su actitud es afable, simpática. El médico avezado percibe en ella cierta insinceridad, cierta simpatía artificiosa del tipo de la aprendida en cursos de ventas. No parece haber bebido. Se ha cuidado bien presentarse sobrio a la consulta. Llama la atención de inmediato que no presenta síntomas de emociones negativas, angustia o depresión, como la de la mayoría de los pacientes, sino que parece “no tener nada”.

Comienza su conversación con un comentario amable, elogioso, en el cual se transparenta su deseo de congraciarse con el médico. Ha escuchado hablar muy bien de él, la secretaria es simpática, el consultorio está bien presentado, o ha leído en la prensa artículos del profesional.

Admite que tiene un problema de alcohol. El bebe como toda la gente. Bueno, quizá un poco más que el promedio. Todos beben. ¿ Acaso el médico no se echa algún palito en oportunidad de una celebración ? ¿ Cómo se puede ser sociable en Venezuela sin beber alcohol ?

Está casado hace muchos años y continúa enamorado de su mujer. Tiene uno o más hijos. Es profesional o empleado, pero ha sido despedido de varios empleos, “como le sucede a todo el mundo, sobre todo ahora en esta época de crisis”. Su salud física no es mala y se mantiene trabajando bien gracias a que todavía es una persona joven. Y al cabo de bastante rato de venderse como un bebedor social, llega al momento cumbre, el del “cierre” de su objetivo. Ha tenido una riña de su esposa – no demasiado, es claro – y ella le ha manifestado de que no quiere continuar viviendo con él.

Está dispuesto a someterse a todos los tratamientos necesarios, pero lo que solicita especialmente al médico es que la llame, que converse con ella, la convenza de su sinceridad en curarse. No importa lo que eso le cueste.

El médico sabe que se le está mintiendo. Lo que el paciente busca no es curarse, sino que lo ayude a reconciliarse. También sabe que en ese momento no se puede entrar en controversias. Todo se convertiría en un intercambio de palabras vacías. Tampoco es el momento de profundizar la historia. Lo que se suele hacer en esos casos es estudiar el estado físico y averiguar si existe alguna causa psiquiátrica que haya colaborado al desencadenamiento del trastorno alcohólica. A veces aparece una disritmia, o una neurosis de angustia, o cargados antecedentes familiares de la misma adicción. Pero en la mayoría de los casos no aparecen otros orígenes, más que las determinantes sociales y culturales.

Finalmente, el médico y el paciente están de acuerdo en una misma cosa. Que es necesario conversar con la esposa. La consulta llega a su término, pero no es infrecuente que a pesar de estar dispuesto a hacer todos los sacrificios para llevar a feliz término su asistencia, no disponga de dinero para pagar la consulta.

Cuando, en la próxima cita, ella comparece, ante los ojos preocupados del alcohólico el médico solicita conversar a solas con ella.

Y ahí se entera de la verdad, que también es siempre la misma. La vida de la familia es un infierno. Hace tiempo se han suspendido las relaciones sexuales. Ella ha tenido que ir a refugiarse repetidas veces en casa de su madre. Los hijos no rinden en el colegio. No sabe el motivo por el cual no se ha divorciado todavía.

El médico presenta en ese momento toda su estrategia, ya estandardizada. La mujer debe iniciar los trámites del divorcio, para que el enfermo alcohólico sienta que tiene una espada de Damocles pendiente sobre su cabeza.

Después se integra el paciente a la conversación, y se le expone la realidad médica. Lo que es más aconsejable es la hospitalización. Se puede intentar un período de prueba ambulatorio, pero esa medida debe estar siempre pendiente.

Es imprescindible también la vinculación con Alcohólicos Anónimos, tanto para él como con para la esposa. El médico conoce un alcohólico recuperado, muy servicial, que puede acompañarlos a ambos a una primera sesión. Además les entrega a la pareja algunos documentos para que los lean en su casa.

Uno de ellos es la “Secuencia de la enfermedad alcohólica” que describe sus etapas progresivas, desde la primera experiencia hasta la muerte, y el otro es la carta dirigida al paciente titulada “Después de su primera consulta” Ambos documentos figuran en las hojas siguientes. Se incluirá, también, después de estos dos, dos cartas dirigidas a la esposa del paciente alcohólico.

En este mismo libro hay tres capítulos de problemas de pareja altamente vinculados al alcohol; uno el titulado ”Incomunicación otro “La pareja Marginal” y el tercero “El machismo y la justicia.”
Se estudia si están indicados los sedantes, o el Antabus, o el Metronidazol. Se puede indicar un suplemento vitamínico. Se solicitan exámenes físicos. Se considera también, la posibilidad de incluir en la asistencia a algunos otros miembros significativos de la familia, con objeto de crear un grupo de presión contra la enfermedad.

En demasiados casos, todos estos recursos no funcionan. El paciente se pierde de vista. Con frecuencia se sigue teniendo contacto con la esposa, para apoyarla en la continuidad de su vida y de su lucha, en una verdadera psicoterapia individual unilateral frente a un problema de pareja determinado por el abuso de alcohol.

La mayoría de los casos se pierden de vista. En muchos en los cuales se tienen noticias de la parejn terminado divorciándose.

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