Salud y Bienestar

Causas de una falla hepática aguda

Una de las principales funciones que cumple el hígado es ayudar a la desintoxicación del organismo, al metabolizar substancias potencialmente dañinas tornándolas en inocuas.

Es por ello que, si bien la falla hepática aguda es una patología de muy rara ocurrencia (en Estados Unidos se presentan al año 2.000 casos en una población de sobre 315 millones), debe ser prontamente detectada  por el rápido deterioro que causa en la salud de quien la padece, y que la vuelve una innegable amenaza. Presenta altas tasas de mortalidad y morbilidad y afecta principalmente a personas jóvenes.

La hepatitis viral y medicamentos, como paracetamol y diclofenaco, entre muchos otros pueden llevar a sufrir esta condición. El afectado debe ser derivado, lo antes posible, a una unidad de cuidado intensivo y luego, si procede, a la unidad de trasplantes.

Sobre el particular nos habla la doctora Maria Luisa Yataco, especialista del Departamento de Trasplantes de la División de Gastroenterología y Hepatología de la Clínica Mayo de Jacksonville, Florida.

Una falla hepática aguda es un rápido deterioro de la función del hígado, de inicio súbito e intenso. Se manifiesta en ictericia, que es un estado en que piel y mucosas toman un color amarillento, por el aumento de la bilirrubina en el organismo.

Este es seguido de encefalopatía hepática, que es un empeoramiento de la función cerebral debido a la incapacidad del hígado de eliminar las toxinas de la sangre. Esta última condición se presenta días y hasta semanas después del presencia de ictericia y en ausencia de daño hepático previo.

 

Las causas de esta falla son múltiples y variados factores. Puede presentarse a consecuencia de una hepatitis viral aguda, sobredosis de paracetamol o una reacción idiosincrática a algún medicamento. También a causa de envenenamiento por ingesta de setas no comestibles del tipo amanita; hepatitis autoinmune; en las mujeres la esteatosis hepática o hígado graso durante el embarazo; acción de agentes químicos; enfermedades como la de Wilson o el síndrome de Budd-Chiari agudo; infiltración neoplásica en el hígado (metástasis de cáncer) y también, lamentablemente, por causas que la medicina aún no logra determinar.

 

En el caso de la hepatitis viral, puede deberse a virus A, B, C, D o E, dependiendo en muchos casos del país en que se presente. En Estados Unidos predomina la hepatitis B, seguida de la A. En Japón, por ejemplo, predomina el virus B (40% de los casos) y en India los virus B y E causan el 60% de las hepatitis que llevan a la falla hepática aguda. La hepatitis viral puede ser causada también por una reactivación del virus B en pacientes sin enfermedad hepática crónica, debido a quimioterapia o inmunosupresión; al virus de herpes simple, varicela o herpes zoster, citomegalovirus y otros similares, como el virus de Epstein-Barr y el parvovirus.

La hepatitis aguda A es la más benigna; rara vez causa una falla hepática aguda y tiene una tasa de supervivencia de 75% sin necesidad de trasplante de hígado, siendo de mejor pronóstico en pacientes más jóvenes. La hepatitis aguda B es más severa; se presenta sola, aunque en casos excepcionales puede ir junto con el virus D.  La supervivencia del paciente está muy ligada al trasplante de hígado (77% contra un 23% si éste no se realiza).

En cuanto a la falla hepática aguda causada por virus herpes, es muy infrecuente y usualmente se presenta en pacientes con inmunosupresión o embarazadas último trimestre del embarazo. Esta hepatitis, no presentan ictericia, tienen lesiones cutáneas sólo en la mitad de los casos y una biopsia de hígado es muy útil para un acertado diagnóstico.

El principal agente que ocasiona la falla hepática causada por drogas, y probablemente por lo difundido de su consumo, es el analgésico paracetamol, de uso tan cotidiano, ya sea consumido intencionalmente en una gran cantidad (intento de suicidio) o en una dosificación mayor a la recomendada, por varios días. La dosis de riesgo en adultos sin otros factores de riesgo es de 7,5 gramos diarios (15 comprimidos de 500 mg) y de 150 miligramos por kilo de peso en niños. Además, en este caso, hay que considerar otros factores de riesgo como mala nutrición o ayuno, ingesta de otras drogas o alcohol.

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