Salud y Bienestar

Expertos urgen más exámenes para detectar hepatitis

«Pueden pasar hasta 30 años (tras el contagio) antes de que aparezcan los síntomas, por lo que casi el 80 por ciento de las personas infectadas no saben que tienen el virus hasta que tienen una enfermedad grave», explicó José Luis Cañadas en el 23 Congreso de la Asociación Latinoamericana de Estudios del Hígado (ALEH).

Cañadas, graduado de la Universidad de Cádiz, aseguró que un contagio «puede ocurrir por el contacto directo de la sangre de una persona infectada con la sangre de una persona no infectada».

El presidente de ALEH, Nahúm Méndez Sánchez, explicó que hasta hace algunos años no se analizaba la sangre empleada en las transfusiones, que podía ser portadora del virus de hepatitis C, porque sólo se conocían dos tipos de hepatitis viral (A y B).

Puede haber contagio por ciertos procedimientos médicos, como los trasplantes o el trabajo dental, o las inyecciones que en el pasado empleaban las mismas agujas para varios pacientes, por los tatuajes, el uso de drogas inyectadas o las labores de manicura y pedicura.

Es menos común, sin embargo, la transmisión del virus de hepatitis C (VHC) por la relación sexual, sin protección, con una persona infectada.

«De un 15 a un 20 por ciento la personas pueden eliminar el virus en la fase aguda, de unos seis meses, sin tratamiento y luego no se encuentra el virus», agregó Cañadas en el congreso médico, que se celebra en la localidad mexicana de Cancún.

«Pero en hasta el 85 por ciento de los infectados, el virus no da la cara hasta que la enfermedad tiene una evolución ya avanzada y el hígado aparece tocado por la cantidad de virus», añadió.

La secuencia de enfermedades empieza con la hepatitis aguda, continúa con la hepatitis crónica (que afecta a 14 millones de pacientes en América Latina y más de 185 millones en todo el mundo), luego la fibrosis, la cirrosis hepática y el cáncer de hígado.

El 33 por ciento de los casos de cáncer hepático en América Latina está relacionado con la hepatitis C.

«El mayor enemigo es el desconocimiento por parte de los pacientes, de los médicos y de la sociedad general de que esto es un problema grave de salud pública», señaló Cañadas.

En 2003, la Organización Mundial de la Salud calificó a la hepatitis C como un problema de salud pública, y una encuesta de la OMS de 2012 encontró que sólo el 49 por ciento de los países miembros tenía un programa de vigilancia epidemiológica para este tipo de hepatitis viral.

Cañadas afirmó que se han desarrollado nuevos tratamientos que alcanzan la eliminación total del virus, y están en desarrollo compuestos que interfieren con los mecanismos de replicación del VHC.

«Consideramos que hay una respuesta virológica sostenida cuando se comprueba la ausencia de ácido desoxirribonucleico del VHC veinticuatro semanas después que se ha descontinuado el tratamiento», agregó.

Méndez, por su parte, señaló que en México, donde se calcula que hay 1,6 millones de personas infectadas con ese virus, sólo unas 3.500 reciben tratamiento cada año.

«La cirroris hepática se cuenta entre las diez primeras causas de muerte entre la población de México, y ha subido del octavo lugar hace una década al cuarto lugar de las causas de muerte», añadió.

El especialista explicó que «hay un estigma y mucho temor» en torno al contagio con el virus de hepatitis C, ya que «muchas personas no saben cómo se contagiaron».

«Deben hacerse varias pruebas y es necesario que tengan apoyo psicológico que mejore su estima y el tratamiento adecuado por parte de los médicos», agregó.

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