Salud y Bienestar

Gimnasia acuática para fortalecer el vínculo afectivo entre el bebé y sus padres

El agua es sinónimo de protección, comodidad y tranquilidad para los bebés. Cuando estaban dentro del útero de la madre, este fue el medio propicio para la formación y maduración de los órganos, y es el ambiente donde experimentaron diversas situaciones.

Sandra Alejo, directora e instructora de gimnasia acuática para bebés de Moms & Babies, dice que este líquido le permitió al pequeño percibir sensaciones que van a marcar, en gran parte, la forma como va a aceptar la relación inicial con su nuevo mundo. “El miedo, la confianza, la seguridad al sentir o tener contacto con otros se logra con mayor o menor tranquilidad dependiendo de las experiencias previas en el útero”.

Cuando salen del vientre, los niños se deben adaptar a otro espacio totalmente diferente que también les brindará otros beneficios. No obstante, algunos especialistas recomiendan que, desde cierta edad, el bebé tenga de nuevo contacto con el agua, a través de una piscina, para fortalecer las habilidades que adquirió de manera natural durante la gestación y para fortalecer su capacidad emocional y física.

Sanación y aprendizaje

Entrar al agua desde muy temprano se ha convertido en un acto terapéutico y relajante, afirma Alejo, que fortalece la relación con los padres y evoca las situaciones que el infante vivió con su anterior medio para remediar episodios que hayan afectado a la madre y al niño.

“Las madres que durante la gestación tuvieron sufrimiento médico y sicológico pueden entrar en el medio con sus bebés con la única intención de darles seguridad y confianza, y superar las sensaciones trasmitidas en el pasado”, añade.

Por ejemplo, cuando la mamá ha llorado mucho, el primer contacto que tiene el niño con el agua puede causarle llanto. Entonces, se trata de que los dos permanezcan en la piscina, interactúen y logren calmar esa ansiedad.

Por otro lado, es fundamental la parte lúdica. Los pequeños aprenden y se familiarizan con el agua, por medio del juego (rondas, cantos, uso de materiales didácticos).

En este sentido, es importante que tengan sesiones en la piscina desde los 3 meses de edad. En este periodo, no se busca que el pequeño esté presente en una clase de natación ni sea un gran nadador.

El objetivo es básicamente entablar relaciones. Es decir, lo más importante es recuperar el contacto con el agua, fortalecer su desarrollo y establecer un vínculo emocional de confianza y respeto con el líquido y consigo mismo, a través de la ayuda de sus padres.

Y aunque el bebé no haga grandes esfuerzos físicos en la piscina, esta actividad también tiene beneficios que va a generar gran impacto en su cuerpo, pues fortalece su desarrollo motor, sus músculos y favorece su tonicidad. Así, se genera un apoyo para la etapa del gateo y el desarrollo de la marcha, puntualiza la instructora.

La piscina “favorece los movimientos y el área sensorial del niño. El contacto con el agua estimula los receptores de la piel”, señala la pediatra bioenergética Clara Inés Sandoval.

Cabe anotar que todo el trabajo que se realiza en el agua es cuatro veces del que se hace en tierra debido a la resistencia del líquido.

Por eso, “durante esta etapa se maneja todo el proceso motor; es decir, lo que se refiere a la locomoción, el pateo, la alternancia de pies, el equilibrio, el desplazamiento y la sensación de adoptar posturas que normalmente no pueden adaptar en tierra”, dice Álvaro Garavito, coordinador de natación e instructor de matronatación de la Foca Marina.

Indicaciones importantes

Sandra Alejo, instructora de gimnasia acuática para bebés, aconseja:

• Los pequeños pueden entrar al agua desde los 3 meses de edad y por un tiempo corto. No se deben exponer al frío durante largos periodos, pues se corre el riesgo de bajar su temperatura.

• La piscina debe estar climatizada y contar con un control intrabiológico. Los bebés deben ingresar con un adulto y permanecer bajo la dirección de un instructor especializado.

• Los bebés de 3 a 6 meses de edad pueden ir a la piscina una vez al mes.

• Es necesario aplicar una crema hidratante o aceite especial para bebés, antes y después de ingresar al agua para proteger su piel.

• Es fundamental cantar, jugar y aprender canciones relacionadas con el movimiento que se hace dentro del agua.

• El bebé jamás debe permanecer solo o con menores de edad dentro de una piscina.

Ejercicios:

1. Cuando entran al agua, el adulto debe permanecer quieto, mientras el bebé se adapta al medio. Si lo hace, la madre se mueve hacia atrás, mientras él siente el movimiento del agua y se relaja.

2. La madre desplaza al bebé hacia los cuatro puntos cardinales, de manera pausada. Luego, introduce el pequeño en la piscina, hasta la cintura. De esta manera, se acostumbra a sentir el impacto del agua.

3. La madre sostiene al bebé, mientras él intenta agarrar las pelotas que flotan en el agua. El objetivo es dar movilidad en los pies y las manos.

4. La mamá debe cantarle y hablarle al bebé para relajarlo, mientras lo acuesta sobre el agua.

5. Los bebés menores de 6 meses tienen la característica natural de bloquear la respiración cuando están inmersos en el agua. Para no perder esta capacidad, los instructores hunden al pequeño por un tiempo muy corto en la piscina.

6. Colocar al bebé boca arriba, mientras el adulto camina en la piscina, le produce relajación y descanso. Nunca se deben dejar quietos, pues se corre el riesgo de que le entre el agua a los oídos.

7. La madre siempre debe estar de frente mirando al niño, para que no vaya a tomar agua. Los besos, las caricias y una voz amorosa del adulto son fundamentales para transmitir confianza y placer en la piscina.´

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