Salud y Bienestar

La gente optimista no se enferma del corazón

“Las personas con niveles más altos de optimismo tienen el doble de probabilidades de tener una salud cardiovascular ideal en comparación con sus contrapartes más pesimistas”, señala en la nota de prensa de la universidad la autora principal del estudio, Rosalba Hernández, profesora de trabajo social. “Esta relación sigue siendo significativa incluso después de ajustar por características socio-demográficas y problemas de salud mental”.

La salud cardiovascular de los participantes se evaluó utilizando siete indicadores: presión arterial, índice de masa corporal, los niveles de glucemia y de colesterol sérico en ayunas, la ingesta de alimentos, la actividad física y el consumo de tabaco: los mismos parámetros utilizados por la American Heart Association (AHA) para definir la salud del corazón.

De acuerdo con los criterios de la AHA, los investigadores asignaron 0, 1 o 2 puntos – que representan puntuaciones pobres, intermedias e ideales, respectivamente- a los participantes en cada uno de los siete indicadores de salud, que luego se sumaron para llegar a una puntuación total.

Los participantes, con edades entre 45 y 84 años, también completaron encuestas para evaluar su salud mental, sus niveles de optimismo, y su salud física, en base a los diagnósticos médicos existentes sobre artritis, enfermedades hepáticas y renales, de los que informaron ellos mismos.

Resultados

Las puntuaciones totales de los individuos aumentaban en línea con sus niveles de optimismo. Las personas más optimistas eran un 50 y un 76 por ciento más propensos a tener puntuaciones totales de salud en los rangos intermedios e ideales, respectivamente.

La asociación entre el optimismo y la salud cardiovascular era aún más fuerte cuando se tenían en cuenta características socio-demográficas como la edad, la raza y el origen étnico, el nivel de ingresos y la educación. La gente más optimista tenía el doble de probabilidades de tener una salud cardiovascular ideal, y un 55 por ciento más de probabilidades de tener una puntuación total en el rango intermedio, descubrieron los investigadores.

Los optimistas tenían significativamente mejor los niveles de azúcar en sangre y de colesterol que sus contrapartes. También eran más activos físicamente, tenía índices de masa corporal más saludables y eran menos propensos a fumar, según el artículo sobre el estudio, que aparece en la edición de enero y febrero de Health Behavior and Policy Review.

Los hallazgos podrían tener importancia clínica, ya que un estudio de 2013 indicó que un aumento de un punto en la puntuación total de salud de un individuo está relacionado con una reducción del 8 por ciento en el riesgo de accidentecerebrovascular, señala Hernández.

“A nivel de la población, incluso esta diferencia moderada en la salud cardiovascular se traduce en una reducción significativa de las tasas de mortalidad”, señala Hernández. “Esta evidencia, que plantea la hipótesis de que se produzca a través de un mecanismo bioconductual, sugiere que las estrategias de prevención dirigidas a la modificación del bienestar psicológico -por ejemplo, el optimismo- pueden ser una vía potencial para que la AHA alcance su objetivo de mejorar la salud cardiovascular de los estadounidenses en un 20 por ciento antes de 2020.”

La muestra

El estudio está considerado el primero que examinar la asociación entre optimismo y salud cardiovascular en una población grande, y diversa a nivel étnico y racial. La muestra estuvo compuesta por un 38 por ciento de blancos, un 28 por ciento de afroamericanos, 22 por ciento de hispanos/latinos y 12 por ciento de chinos.

Los datos para el estudio se obtuvieron del Estudio Multiétnico de Aterosclerosis (MESA, por sus siglas en inglés), un examen en curso de la enfermedad cardiovascular subclínica que incluye 6.000 personas de seis regiones de Estados Unidos, incluyendo Baltimore, Chicago, Forsyth County en Carolina del Norte, y el Condado de Los Angeles.

Iniciado en julio de 2000, MESA siguió a los participantes durante 11 años, recopilando datos cada 18 meses o dos años. Hernández es investigadora de MESA. “Tenemos datos disponibles para examinar el optimismo al inicio del estudio y la salud cardiovascular una década más tarde”, señala la investigadora, que espera tener un resumen completado en 2015.

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