Salud y Bienestar

Libro ‘Mi Marido Bebe Demasiado’: Capítulo XIV

La posesión alcohólica

¿Ha visto Vd. la película “El exorcista” ?. Permíteme que se la recuerde. Una muchacha de unos 14 años ha sido poseída por el demonio. Se presenta inmensamente agresiva, rabiosa, con un aspecto realmente diabólico. No consigue contenerse y emana toda clase de secreciones y radiaciones maléficas.La ira es su emoción permanente. No tiene conciencia de su estado y es completamente insensible a toda lógica, argumentos y reflexiones. Es necesaria la presencia de un cura para exorcisarla, es decir, extraerle el diablo que tiene en el cuerpo.

Se podría aprovechar el recuerdo de esta película para proponer una analogía con la enfermedad alcohólica. Quien la padece es un poseso, no del diablo, sino del licor. Lo tiene metido en el cuerpo y él determina su conducta, que es inevitablemente agresiva. No puede luchar contra él, porque no tiene conciencia clara de su estado de dependencia.

El objeto de la posesión diabólica es el del diablo, el hacer el mal. El objeto de la posesión alcohólica es hacerte continuar bebiendo, a cualquier precio.

Y en ambos se desencadenan graves trastornos de la convivencia. La posesión diabólica porque su objeto es hacer daño a los demás y la de la alcohólica por dos motivos. El primero es que el enfermo es capaz de hacer cualquier cosa por obtener licor y seguir bebiéndo. Y la segunda es porque el alcohol libera mecanismos patológicos que se encontraban latentes en su mundo interior.

Cuando va a ver al médico, concurren juntos dos personajes; el yo sano y el diablo alcohólico que tiene en el cuerpo.

El yo sano aparece como un paciente voluntario y colaborador, que ha tomado conciencia que tiene problemas y está dispuesto a someterse a tratamiento médico para recuperarse. Aparenta respeto y confianza hacia el profesional, manifiesta estar dispuesto a cumplir con sus indicaciones, a concurrir a todas las consultas y poner todo de su parte para recuperarse.

El proceso alcohólico se encuentra metido en su cuerpo. Es mentiroso, pérfido y vil. Está dispuesto a seguir las indiaciones médicas, siempre que lo ayuden a cumplir con sus objetivos, que son los de seguir bebiendo. Mentirá y disimulará siempre que lo considere necesario.

Tendrá del médico la peor opinión posible. Considerará que es un mentiroso, un profesional nepto y un comerciante, cuyo objetivo principal es el de sacarle dinero.

En realidad, el poseso alcohólico tiende a cumplir determinados fines. A que se calme su ansiedad, y se lo saque de los conflictos en que se ha metido, tanto con su familia, con su trabajo, como con su salud física.

Para lograr estos fines, no deja de tener sus aliados. La persona que le vende alcohol, para quien es un cliente muy bueno, tanto que sus mayores ingresos proceden de él y de los similares a él. Los fabricantes de alcohol que utilizan todos sus recursos para vender su producto, sin importarles aunque con ello destrozan su salud, su vida y la armonía de su familia.

La posesión ha penetrado lentamente en el enfermo. Primero lo ha hecho proporcionandole el placer de un sabor agradable, y alegrando su estado de ánimo para que pueda sociabilizarse con los otros ya posesos. Todo ha llevado su tiempo, pero llega un momento en que ya lo ha dominado. Hasta que ya no bebe para mejorar su estado de ánimo sino para calmar la necesidad de beber. Ha pasado de amo a esclavo. Es ya. un poseso alcohólico.

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