Salud y Bienestar

Libro ‘Mi Marido Bebe Demasiado’: Capítulo XX

Críticas a A.A.

Has concurrido, sin muchas ganas, presionado por tu esposa, quizá por tu médico a una reunión de AA. Has salido defraudado. No te ha gustado.

En primer lugar no te gusta ese lugar improvisado donde se han reunido. Suele funcionar en un sótano lo cual le da a la reunión el aspecto de una conspiración. Es una Iglesia y tú nunca has sido religioso. Siempre has tenido resistencia a dejarte enganchar por cualquier secta o doctrina. Les has tenido desconfianza a los sacerdotes y te has preguntado hasta donde cumplen con su función de servicio o hasta donde se dan buena vida a expensas de sus feligreses.

Tampoco te ha caído bien la gente que allí se reúne. Te parecen tipos extraños, que se reúnen para contarse las miserias de sus vidas. Y aquella letanía de fracasos, ruinas, quiebras, divorcios y enfermedades te ha irritado. Quizá en cierto momento pienses que describen tu propia vida pero daría la impresión de que se complacen demasiado en ello.

Además,utilizan recursos que a ti no te agradan. Te recuerdan a aquellos evangélicos fanáticos que entran en los edificios, golpean puerta por puerta, con una aparente mansedumbre, pero que te amenazan con las torturas del infierno si no te afilias a su secta. Tú, que siempre hido una persona libre, que has hecho lo que se te ha venido en la real gana, no te vas a someter a esos fanáticos alcohólicos, predicadores de la enfermedad y de todas las desgracias.

Te fastidia aquella insistencia en el famoso «poder superior». Tienes bastante fuerza para no depender de nada más que de ti mismo. Tantas veces te has dicho que beberás mientras quieras y en el momento en que lo decidas no probarás una gota más de alcohol.

No, sientes que la reunión a que concurriste de AA evidentemente no es para ti. Aguantarás tranquilo, pasivamente, sin participar en el diálogo, hasta que se termine. Después te retirarás, con el ánimo decidido a no perder más el tiempo en tonterías. Cuando la persona que te ha acompañado te pregunte que te ha parecido, responderás con un gruñido de desaprobación.

Y sin embargo, no tienes razón. Estás equivocado. Es la posesión alcohólica que te domina la que te hace reflexionar de esa manera. Todos tus razonamientos proceden de las cosas malas que aparecen en las cosas buenas cuando se manejan en exceso.

Ellos son muy parecidos a ti. Han padecido tus mismos tormentos. Y sin la menor duda se han hecho, en sus mentes, las mismas reflexiones y críticas que ahora te haces a ti mismo.

Se suelen reunir en una Iglesia porque es la única institución que se aviene a prestarles un local sin cobrar nada. De esta manera se evita que la institución de los AA dé el primer paso en el camino del consumismo, el despilfarro, la burocracia y la corrupción. Nada de eso podrás percibir jamás en AA.

Insisten en un “poder superior’, cualquiera sea la idea que tengas de él. Claro que la definición más frecuente de ese poder superior es la idea de Dios. Pero examina la palabra. Ese Dios puede ser el de cualquiera de las religiones monoteístas, el de las sectas proselitistas, o, si lo prefieres el Buda, o la secta Baha”i o el espiritismo. Hasta púedes ser tú mismo, tu decisión, tu voluntad, tu personalidad, tu coraje. Pero no hay la menor duda que tendrás que asirte a algo. Lo cierto es que hasta ahora no has podido hacerlo solo.

Sí, son proselitistas. Ellos se mantienen a sí mismos, cada uno como personas, formando parte de ese grupo. Y si no lo tienen se verán condenados a esa soledad en la cual tú mismo te encuentras. Por eso, cuando intentan salvarte a ti, también se están salvando a sí mismos. La palabra que se les aplica es solidaridad.

A veces esa solidaridad aparece como una forma de fanatismo. Insisten e insisten en sus padecimientos de tal manera que parece una nueva enfermedad. Es posible que así sea. Pero la enfermedad del fanatismo anti-alcohólico es mejor que la enfermedad alcohólica.

Es posible que no te guste parte de la gente del grupo. Que no sean de tu categoría, o de tu profesión, o de tu forma de pensar. Naturalmente. Por una curiosa decisión de la naturaleza los seres humanos no están hechos para amarse incondicionalmente los unos a los otros. Pero aunque como persona no te sientas identificado con ellos, tienen en común el mismo problema , o un problema similar. No necesitas ser amigo de tu artesano, o de tu cliente, o de tu proveedor para servirte de él o servirlo a él.

Pero si aún así no te encontraras a gusto en el grupo puedes indagar en otro. Hay muchos y en alguno de ellos podrás encontrar más afinidad. Si permaneces solo en el mundo, seguirás esclavo de esa sociedad de amigotes borrachos que, al igual que los AA te buscan a ti para aprovecharte para sus propias necesidades. Pero ambas son distintas. Mientras que las de los AA son las de la salud y la abstinencia, las necesidades de los bebedores son la perseverancia en la enfermedad.

Y si no encontraras ese grupo de AA que se adecúa a tus exigencias, puedes intentar realizar el tuyo propio.

Porque, aunque no te guste el grupo de AA en el cual has participado debes saber que tu enfermedad es de tal naturaleza que solo, o no te vas a recuperar o vas a recaer en el de los compañeros alcohólicos.

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