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Black Widow, radiografía de un personaje roto desde la infancia

La película cuenta los orígenes de Natasha Romanoff, esa heroína de Marvel que emergió de las sombras. Una obra que logra equilibrar el drama con la acción

El relato de un pasado que anuncia cierres. Finalmente se conoce el origen de Natasha Romanoff (Scarlett Johansson), mejor conocida como Black Widow en las películas del Universo Cinematográfico de Marvel, un personaje que desde la sombra de otros se convirtió en fundamental para la saga.

Incursionó en la gran pantalla en  Iron Man 2 (2010). Desde entonces, la ex agente encubierta tomó más lugar cada vez que los superhéroes de estas tramas resolvían algún entuerto descomunal para la humanidad.

La película Black Widow se remonta a los años noventa. Cuando en un pequeño pueblo de Ohio, Natasha juega con su hermana Yelena Belova (Florence Pugh), en medio de la normalidad aparente de una familia que resulta impostada. El cuadro hogareño lo completan Melina (Rachel Weisz) y Alexei (David Harbour).

En realidad, son agentes rusos que buscan minar Estados Unidos desde adentro. Claro, solo los adultos de la trama saben. Las pequeñas solo ven su mundo derrumbarse cuando tienen que huir hacia Cuba, donde son separadas. Los tentáculos del eje soviético permanecen activos.

Dirigida por la australiana Cate Shortland, Black Widow entonces transmite al espectador toda esa impronta del cine de espías, en el que es difícil distinguir quién está del lado del protagonista. En este caso Natasha se reencuentra con Yelena  en Budapest, donde se entera que sigue vivo Dreykov (Ray Winstone), ese oficial soviético que lidera Habitación Roja, un programa de lavado de cerebro que convierte a cientos de mujeres en asesinas encubiertas; con el fin de mover desde la oscuridad los hilos del poder. También es conocido como Programa Black Widow, y Natasha formó parte de este proyecto antes de poder deslastrarse. Obviamente, su hermana menor también es una de las subyugadas por este macabro sistema de control.

El largometraje, disponible en salas y en Premier Access de Disney+, logra un equilibrio justo entre la acción que se espera de este tipo de películas, con  explosiones y combate cuerpo a cuerpo, así como de los momentos de introspección individual y familiar que requiere una trama que cuenta el origen de un personaje como Black Widow.

En el cine y en la televisión, uno de los lugares de mejor distensión o tensión de la interacción humana es la mesa. Los momentos del almuerzo o la cena son idóneos para revelar las dinámicas de un hogar. Por eso en Los Simpson es tan alegórico, y más recientemente en Jojo Rabbit (2019), también con Scarlett Johansson, la madre descubre al hijo a la realidad familiar.

Ahora, en Black Widow, hay dos momentos importantes que tiene como centro de atención la mesa. El primero, cuando las entonces niñas entienden que deben huir, y luego, cuando los cuatro integrantes de la familia se reencuentran, después de tanto, para intentar ser amenos antes de decirse las verdades que tenían acumuladas.

Esta segunda conversación es uno de los mejores momentos de esta película. De hecho, justo en ese momento vemos el uso de un cerdo controlado por Melina como ejemplo de cómo funciona el control cerebral del sistema de Dreykov.

El cerdo, la comida y la casa en la que vive la mujer guiñan como alusión al libro Rebelión en la granja de George Orwell. En este caso, especial atención al cochino, ese animal que el escritor británico usó como metáfora de ímpetus revolucionarios.

Vale apuntar que es la vigésimo cuarta película en el Universo cinematográfico de Marvel, así como la primera película en la Fase Cuatro de este imaginario. El guion es de Eric Pearson, quien se encargó también de Thor: Ragnarok (2017) y Godzilla vs. Kong (2021) y de la serie de televisión Agente Carter. También están involucrados en la historia Jac Schaeffer, creadora de Wandavision, y Ned Benson. Esta obra está ambientada justo después de los hechos de Capitán América: Civil War (2016),

Algunos críticos han apuntado a una intención propagandística de Black Widow, en el sentido de un subrayado intensificado de interpretaciones o intenciones vinculadas al llamado feminismo hegemónico, término aupado por autoras como Roxana Kreimer o María Blanco. Cuestionan las intenciones de presentar a cientos de mujeres dominadas por una maquinaria ideada por un hombre. También se puede ver que Natasha es demasiado condescendiente con las mujeres que atentan contra ella, pues entiende que son víctimas de un plan macabro.

Sin embargo, a diferencia de Aves de presas, en la que prácticamente todos los hombres terminan siendo antagonistas de Harley Quinn, en Black Widow no se cae en ese maniqueísmo. Es cierto que en poco más de dos horas de trama los villanos son hombres, pero no todos los hombres son villanos. Incluso, tampoco se ve a una protagonista impoluta como en Capitana Marvel, sino a un personaje con un trágico pasado, en el que incluso para escapar de su vida anterior, comete actos moralmente reprochables, como los que le recuerda Loki en The Avengers: Los Vengadores (2012). Por eso, buscar resarcir en el presente.

Pero aparte de ese dilema, Black Widow no se diluye en su conflicto principal, que se mantiene firme. Su mensaje está más relacionado como un cuestionamiento al pensamiento único, por eso la contextualización en medio de los vestigios de la Guerra Fría, con especial atención en la dinámica de una familia disfuncional que busca la redención. Un largometraje entretenido, atractivo y con la justa dosis de drama en medio de la acción.  Atentos a la escena posterior a los créditos.

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