Blues de la obrerita ciega
(%=Image(1407972,»L»)%) Una historia donde haya una inmigrante checa, obrera de fábrica en Estados Unidos, que se está quedando ciega y tiene un hijo que va a sufrir el mismo destino, a menos que se le someta a una costosa operación, no puede ser sino de terror. Y si se trata de la trama de un film musical, a cualquiera se le pondrían los pelos de punta. ¡Dios mío!, ¿quién iría a ver also semejante en un cine, si la TV ofrece los melodramas de peor cuño absolutamente gratis?
En Europa, sin embargo, se piensa de otra manera. Quizás por eso del realizador danés Lars von Trier, obtuvo la Palma de Oro en el Festival de Cannes de este año, y su protagonista, la cantante islandesa Björk, se alzó con el Premio a la Mejor Interpretación Femenina de ese mismo certamen. ¿Falta de experiencia en las cosas de Topacio o María la del Barrio? Ojalá pronto la exhiban por estos lados para que podamos averiguarlo.
Lo que sí está ya al alcance de nosotros es el disco Selmasongs (Elektra, 2000), donde Björk reúne siete piezas de la banda sonora de (%=Link(«http://bjork.metropoli2000.net/varios/dancer.html»,»Dancer In The Dark «)%), que en conjunto duran apenas un poco más de treinta minutos.
Empecemos por lo más duro: se trata de temas concebidos para acompañar a una coreografía o puesta en escena específica y pierden gran parte de su fuerza sin este complemento visual. Si comprendemos y aceptamos eso, encontraremos en este material una interesante continuación de lo hecho por Björk en su anterior disco, Homogenic (Elektra, 1997), donde rompió con el predominio rítmico de los CDs que la lanzaron a la fama –Debut (1993) y Post (1995)–, para lanzarse a explorar los territorios oscuros de la cursilería paródica, con baladas, castañuelas y piezas empalagosamente sobreelaboradas.
Entre los temas de Selmasongs destacan dos típicos números de film musical, delicadamente envenenados con aportes del techno y la música industrial. El primero de ellos es “Cvalda”, cantado a dúo por Björk y Catherine Deneuve, donde se utilizan sonidos de fábrica para crear una extraña pista rítmica, que acompaña a una mezcla del canto sincopado usual de las escenas de baile, pasajes a cargo de dos de los instrumentos favoritos de la islandesa –la celesta y el arpa– y breves fragmentos de recitado semimusical. En el segundo, “In The Musicals”, la danza está presente a través de la percusión y se encuentra situada en un ambiente seudotropical, creado a partir de la cita irónica de los más trillados lugares comunes de las bandas sonoras hollywoodenses.
Lo demás, en cambio, se parece bastante a Homogenic, a excepción quizás de la “Overtura” instrumental, donde el tema principal, que reaparece al final, en “New World”, es introducido por un excelente arreglo de Vincent Mendoza para una orquesta integrada exclusivamente por metales y percusión. “Scatterheart” destaca por convertir a los huevos fritos típicos de los discos de vinil en la base de la pista rítmica; “107 Steps” parece, por su letra de números, un homenaje al comienzo de la ópera Einstein en la playa, de Philip Glass, y “I’ve Seen It All”, donde Björk canta a dúo con Thom Yorke, del grupo Radiohead, podría ser uno de esos números a dos voces típicos de los musicales si el señor Yorke tuviera una garganta capaz de ponerse al lado de la de su pareja, sin que uno sienta pena ajena.
De todos modos, si ustedes no conocen a Björk, les recomendaría dejar este disco y Homogenic para después de haber escuchado Debut y Post. En estos dos primeros álbumes, que son sumamente sencillos comparados con lo que vino después, se aprecia mucho mejor el porqué esta muchacha medio esquimal, llegada de una isla perdida en medio del Atlántico, es para mí una de las mejores voces de la llamada “escuela de las dementes”, junto a la loquita Cindy Lauper y la nunca lo suficientemente bien ponderada Grace Slick, de los Jefferson Airplane o Starship.
SELMASONGS
Björk
Elektra, 2000
(%=Link(«mailto:[email protected]»,»[email protected]»)%)
