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Cambio de signo (zodiacal)

Generalmente me siento identificado con las características que se atribuyen a mi signo. Soy cáncer, y sí, soy hogareño. Me gusta estar en casa y paso mucho tiempo pensando en ella. Sí, también tengo tendencia al mal humor, soy desordenado y autocompasivo. Sí, también me gustan las fiestas.

Con todo, la astrología no es algo en lo que me ocupe demasiado, pero no pude dejar de tomar nota el otro día que, leyendo el periódico, me enteré que había aparecido un signo nuevo, Oficuo. Debido a la intromisión de este extraño, todo se había movido. Ahora no soy cáncer, soy Géminis.

Consulté en línea las características de Géminis y resulta que algunas casaban también conmigo. Por ejemplo, las profesiones asociadas a Géminis incluyen el periodismo y la edición, cosas a las que ciertamente me dedico. Pero ¿estaba dispuesto a abandonar el signo con el que crecí?

La verdad es que al principio tenía la intención de indagar mis opciones por el lado más popular del asunto, como meterme a un consultorio de astrología, ir al mercado de Sonora o tratar de hablar con Walter Mercado y, de paso, hacer un pequeño retrato de los astrólogos en la ciudad. Pero le hablé mejor a Carmen María Oca, conocida tarotista, quien me recomendó consultar a José Antonio Lugo.

El apartamento de Lugo está en el barrio de Mixcoac. Lo primero que me dijo apenas me senté es que éramos colegas. Lugo es escritor (publicó recientemente un libro llamado Letras en la Astrología) y editor de una revista de astrología y cultura que se llama Casa 9. Me dijo que no sabía muy bien de dónde había salido ahora la noticia del nuevo signo. Muchos amigos le habían hablado o enviado mensajes electrónicos preguntándole lo mismo.

Pero no, no había un signo nuevo. Fue a la mesa del comedor y llevó hasta la sala donde un libro del astrólogo español Vicente Cassamaya, publicado en 1995, llamado Ofiuco ¿un nuevo signo?

Todo esto aparece de vez en cuando para desprestigiar la astrología. Es una burbuja, una cortina de humo para decir que los astrólogos hemos estado equivocados.

Lugo estudió letras francesas en la UNAM y luego una maestría en literatura comparada.

Fue secretario del novelista Juan García Ponce y uno de los pocos becarios del filósofo y escritor Alejandro Rossi, miembro de El Colegio Nacional hasta su muerte en 2009. Se hizo astrólogo después de que conoció a Luis Lesur, que es una leyenda de la astrología en México.

Encontré en Luis a una persona con conocimiento de jazz, que le gustaba el whisky y las mujeres, me enseñó que la astrología es una forma de cultura.

Su propia formación y la influencia de Luis Lesur le enseñaron que hay varias formas de astrología.

Existe la versión popular, la de los horóscopo en la televisión o en el periódico (que el mismo practicado), y el astrólogo que es un erudito en la historia de su campo, obviamente muy antigua y frecuentemente escamoteada. El buen astrólogo, me dijo, no puede predecir los acontecimientos con precisión. Sería irresponsable.

Es más como un buen meteorólogo. Sólo se puede decir que hay probabilidad de que llueva mañana, pero no se puede decir si te vas a mojar o no.

Lugo sí cree que los astros influyen en la gente. Sabe que no hay manera de comprobarlo científicamente. Y de cuando en cuando se topa con el escepticismo retador de la gente. Me contó que una vez lo citaron en el radio para debatir con conocidos astrónomos, con el ánimo de que se armara una pelea. Me dijo que no hay conflicto posible. Los astrónomos estudian los cuerpos celestes, los astrólogos a sus características simbólicas. Son dos campos distintos, como la historia y la literatura.

Lugo dijo que la ciudad de México era un área propicia para su práctica: A mayor complejidad, mayor necesidad de entender dónde estamos.

Añadió que casi siempre, las personas llegan con cierta curiosidad. La gente se queda sorprendida por la precisión y se da cuenta de que puede ser un instrumento útil para tomar decisiones.

Luego tuve tiempo de mirar de cerca Casa 9, que circula entre los practicantes del oficio. Hay un texto del finado Luis Lesur con la carta natal de la mataviejitas y unas observaciones astrológicas sobre el inicio del gobierno de Barack Obama. Y no, no hay signo nuevo. Seguiré cáncer. Debería hacerme una carta astral para saber más del ciclo en el que me encuentro, pero eso será otro día.

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