Entretenimiento

Carta a Checheta López Contreras

Dra.  Mercedes López Contreras de Blanco
Caracas

29 de noviembre de 2005

Querida Checheta:

Desafortunadamente un compromiso anterior inaplazable nos impedirá asistir al acto de mañana en el Instituto Venezolano-Israelí con motivo de la presentación del libro de nuestra querida común amiga Clemy Machado de Acedo sobre tu papá, mi admirado general Eleazar López Contreras, que ya he leído con la mayor atención, y que es una nueva contribución a la historia contemporánea de nuestro país y nos permite entender mejor la importancia de la actuación en momentos tan difíciles del general López Contreras como estadista.

El recuerdo de tu papá y de tu mamá (esa gran mujer que fue doña María Teresa) de esa larga temporada en que coincidimos en Nueva York es imborrable, y años más tarde me tocaría asistirlo -con muy poco éxito debo reconocerlo-,  en esa verdadera pesadilla que fue y sigue siendo una neuralgia postherpética en el cuello.

Por favor felicita a Clemy en nombre de Martha y mío y excúsame con el Dr. Blas Bruni Celli, con el embajador Milos Alcalay y con Miguel Enrique Otero por no poderlos acompañar en este importante acto.

Me complace saber este reconocimiento que le hace la comunidad judía a tu papá, por su actuación tan humana y tan noble  en tiempos tan duros para ese notable pueblo.

Finalmente dos anécdotas que me permitieron formarme una idea cabal del carácter y personalidad de tu padre.

Hace muchos años me contó mi buen amigo el doctor  Fidel Rotondaro, quien en 1928, como estudiante de derecho había sido hecho preso, con varios otros compañeros, al tratar de tomar por la fuerza al Cuartel San Carlos de Caracas.  Al cabo de varios días de reclusión en ese recinto militar, fueron llevados al patio central del cuartel, donde estaba formada la tropa y el general López Contreras, como jefe de la plaza militar de Caracas, los arengó y de manera diáfana dijo que si alguno de los presos había sufrido algún maltrato mientras estaban bajo su jurisdicción lo manifestara en ese momento, antes de que pasaran a la jurisdicción civil.  En ese momento se entregaban esos estudiantes acusados de sedición y asalto a un establecimiento militar a la autoridad civil, e irían de inmediato a La Rotunda a un régimen de interrogatorios, calabozo, grillos y torturas. En una situación tan delicada deslindarse de esos atropellos a los derechos humanos, era hasta peligroso para su futura carrera militar y política, sin embargo no vaciló en hacerlo.  Hay que recordar que su propio hijo estaba implicado en la rebelión.

La otra anécdota la oí de boca de doña Angelina Jahn de Uzcátegui, que por estar casada con un familiar muy próximo al general Gómez probablemente la conocía de buena fuente:  Cuando ocurrieron los sucesos de la rebelión militar y civil en Caracas el año 1928, el palacio de Miraflores cayó en manos de los oficiales “alzados” y en un momento dado había confusión de lo que ocurría en el cuartel San Carlos (el más importante de la capital).  Según esta narración, la noticia de los sucesos fue transmitida telegráficamente al presidente de la república, general Juan Vicente Gómez, quien se encontraba “temperando” en Ocumare de la Costa.  En ese momento el general Gómez estaba durmiendo la siesta, y dado el respeto y distancia con que se hacía tratar fue necesario un conciliábulo para decidir entre edecanes y familiares el momento de despertar al “jefe” y leerle el telegrama contentivo de tan graves noticias.  Finalmente, uno de los presentes fue escogido para la ingrata tarea.  Tocó la puerta, despertó al “jefe”, le explicó de que se trataba y le leyó el texto del telegrama.  El general Gómez se incorporó en su lecho, oyó lo que le decían, y sólo dijo estas breves palabras: “¿Eleazar está en Caracas?”, y cuando obtuvo una respuesta positiva dio media vuelta y reanudó su siesta vespertina.

Si esta anécdota es verdadera revela muy bien el juicio que le merecía a un hombre astuto y zamarro como fue el general Gómez, lo que representaba la “lealtad” de un subalterno de la calidad del general López Contreras.

No recuerdo si estas dos anécdotas están narradas en los varios e interesantes libros sobre tu papá, pero como quiera que a mi me las contaron de primera mano y son muy informativas de dos rasgos importantes de su recia y noble personalidad: su respeto a los derechos humanos y  su lealtad a toda prueba,  te las comunico “a beneficio del ya largo inventario” que debes tener a buen recaudo.

Recibe en unión de Luis, de todos tus hijos y de toda la familia un gran abrazo nuestro,

Francisco Kerdel Vegas

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