Entretenimiento

Cecilia Nuñez emblema musical de Venezuela

Hace pocos días murió en Italia Cecilia Núñez, una de las más notables cantes de ópera venezolanas de todos los tiempos. Para mi es muy difícil hablar de ella en pasado, pues todavía tengo fresca en mi memoria el recuerdo de su voz y su forma de cantar, por esa razón lo haré en presente. Cecilia Núñez es una soprano lírica ligera de agilidad vocal, con un repertorio muy comprometido con las obras para sopranos de coloratura. Su voz es límpida y clara, tiene además algo de infantil que le confiere a su timbre un carácter sumamente interesante. La extrema facilidad con que interpreta los pasajes de virtuosismo, la belleza de su fraseo y su innata musicalidad nos hacen sentir, en ocasión de sus actuaciones, que nos encontramos en presencia de una cantante de verdadero rango. En efecto, Cecilia Núñez es una cantante emblemática de Venezuela, ella se ha ganado esta posición, por sus actuaciones en los más relevantes escenarios internacionales de ópera y por haber compartido responsabilidades artísticas con directores y cantantes de la más elevada condición.

 

Como soprano lírica Cecilia Núñez ha escogido un repertorio que le permite destacar sus múltiples cualidades vocales: los papeles protagónicos en Lucia di Lammermoor, María de Rohan, y Caterina Cornaro, Adina en L’Elisir d’Amore, Norina en Don Pasquale, María en La Hija del Regimiento y Elizabeth en Roberto Devereux, de G. Donizetti; Serpina en La Serva Padrona de G. B. Pergolessi; el rol protagónico en Lakmé de L. Delibes; Rosina en El Barbero de Sevilla de G. Rossini; Elvira en Los Puritanos y Amina en La Sonámbula, de V. Bellini; Gilda en Rigoletto, Violeta en La Traviata, Oscar en Un Ballo in Maschera y Nannetta en Falstaff, de  G. Verdi; Mimi y Musetta en La Boheme y Liu en Turandot, de G. Puccini; Olimpia y Stella en Los Cuentos de Hoffman de J. Offenbach; Ophelie en Hamlet y Philine en Mignon, de A. Thomas; Sophie en Werther de Massenet; Micaela en Carmen de G. Bizet; los roles protagónicos de Doña Francisquita de A. Vives y Marina de P. Arrieta; Mónica el La Médium de G.C. Menotti; y, Costanze en Il Ratto del Serraglio, Zerlina en Don Giovanni y La Reina de la Noche en La Flauta Mágica, de W. A. Mozart. Como soprano solista ha actuado en Le Roi David de M. Honegher y Carmina Burana de K. Orff.

 

Cecilia Núñez ha sido tradicionalmente considerada como la primera cantante venezolana en obtener la mayor aceptación en escenarios internacionales y en efecto, ella ha cantado en teatros realmente importantes: Ópera de Viena, Fenice de Venecia, San Carlos de Nápoles, Regio de Parma, Gran Teatro del Liceo de Barcelona, Ópera del Estado de Hamburgo, Opera de Frankfurt, King’s Theater of Edimburg, Opera de Manchester, New York City Opera, San Carlos de Lisboa, Ópera Las Palmas, Teatro de la Ópera de Bucarest, Colón de Buenos Aires, Teatro del Cairo, Teatro Real de Alejandría, etc. El mascaron de proa de su carrera artística, por decirlo así, han sido dos papeles: Lucia, la novia de Lammermoor y Gilda, la hija del bufón Rigoletto. Estos dos roles los ha cantado al lado de los más famosos barítonos y tenores a nivel planetario, a saber, Tito Gobbi, Giuseppe Taddei, Peter Glossop, Paolo Silveri, Renato Brusón, Carlo Tagliabue, Carlo Galeffi, Aldo Protti, Sesto Bruscatini, Luciano Pavarotti, Alfredo Kraus, Jaime Aragall, Ferrucio Tagliavini, Giuseppe Di Stefano, Giuseppe Campora, Carlo Bergonzi, Renato Cioni, Gianni Poggi, etc.

 

Perdida en su mundo interior de locura, Lucía recorre momentos felices y espacios ensombrecidos que le revelan, ante su asombro, el uxoricidio que acaba de cometer. La música expresa con notable precisión estos cambios de ánimo: del andante al allegro y enseguida a un bellísimo “larghetto”, que constituye el Aria de la Locura propiamente dicha: Ardon gli incensi. Las flautas y los clarinetes acompañan la voz de la soprano en un cambio continuo de sentimientos, hábilmente matizados por Cecilia Núñez con diferentes colores de su voz. Así hasta la “cadenza” final, en donde Donizetti escribiendo un simple arpegio dejó a la habilidad del interprete escoger aquella que se adaptase mejor a su voz y a su temperamento. Se dice que la célebre “cadenza” que la soprano ejecuta con el flautista fue introducida por Adelina Patti y posteriormente modificada a criterio de otras notables interpretes. El profesor Ricci, en su libro “Variazioni Cadenze e Tradizioni per canto” señala que existen por lo menos ocho diferentes cadencias. No sabemos cual de ellas era la que solía ejecutar Cecilia Núñez, pero siempre pudimos apreciar que la cantante hacía gala de un repertorio extenso de adornos vocales de agilidad, de “trilli” y “volatine ascendente,” que dan pie a su extendida fama de ser una de las mejores intérpretes de este personaje.

 

 Las heroínas de Verdi con voz de soprano, con la excepción de Lady Macbeth y Abigail en Nabucco, son personajes cándidos y angelicales que se elevan y brillan sobre un mundo masculino de sórdidas intrigas. Con el acento en la ternura y suavidad en la expresión, Cecilia Núñez daba vida a Gilda en su gran aria Caro Nome. Esta siempre fue su interpretación más exitosa, con la que cautivaba a las grandes audiencias.

 

Cecilia Núñez Albanese nació en Caracas en 1931. Inició sus estudios de música en la Escuela de Música y Declamación de su ciudad natal, en la actualidad Escuela José Ángel Lamas. Su maestra de canto fue Carmen Teresa Arévalo de Hurtado. En el año de 1951, al concluir sus estudios, hace su debut en el Teatro Municipal de Caracas, en el rol protagónico de Lucia de Lammermoor de G. Donizetti, con una orquesta de profesores de la OSV bajo la dirección de Primo Casale. Su primera presentación la mostró como una cantante de condiciones excepcionales y esto fue suficiente para que el Ministerio de Educación le concediera una beca de estudios. Cecilia viajó entonces a Italia e ingresó al Conservatorio Giuseppe Verdi de Milán, donde siguió estudios de técnica vocal bajo la guía de Ettore Campogalliani. Allí se diplomó en canto artístico y didáctico. Realizó también en Italia cursos de perfeccionamiento vocal y repertorio, con Mercedes Llopart, Giorgio Favaretto, Antonino Voto, Giuseppe Patané, G. Narducci y A. Beltrami. Mientras se encontraba en Milán fue contratada para participar en dos temporadas de ópera en Egipto, la Temporada de El Cairo y de Alejandría, en ambas tuvo notable éxito.

 

En 1955 es invitada a participar en la Temporada Oficial de Ópera de Caracas, que tuvo lugar en el Teatro Municipal, donde interpreta Lucia de Lammermoor de G. Donizetti bajo la dirección de Primo Casale y Rigoletto de G. Verdi dirigido por Pedro Antonio Ríos Reyna. A partir de 1962, Cecilia Núñez se presenta regularmente en concursos internacionales de canto, es vencedora de nueve de ellos: cuatro primeros lugares y cinco segundos. Es tal vez la cantante venezolana en ganar el mayor número de concursos.  En 1971 cantó nuevamente en ese mismo teatro la primera de las óperas arriba citadas y en 1975 en la Temporada Internacional, volvió a cantar la segunda de las mencionadas. En 1977 repitió una vez más esta última, esta vez en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela. Como se puede apreciar, Cecilia Núñez es una soprano que ha hecho su carrera principal en el exterior, mientras que en Venezuela ha cantado en forma esporádica y casi siempre los mismos papeles.

 

En un concierto de homenaje, con la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar bajo la dirección de Alfredo Rugeles, el cual tuvo lugar en el Teatro Teresa Carreño el 25 de enero de 2002 (1), Cecilia Núñez nos sorprendió con una voz todavía fresca, una zona grave más bien robusta y un registro agudo que mostró pocos síntomas de debilitamiento. Sus agudos se escucharon nítidos, pero no tan firmes y seguros como en los años posteriores a 1951, fecha en que hizo su debut en el Teatro Municipal de Caracas cuando contaba sólo 20 años de edad. Para su programa, escogió arias de las óperas que mejor se adaptan a poner en evidencia sus dotes y cualidades vocales.

 

La “Arietta valzer” de Julieta Je veux vivre en la cual la joven expresa su alegría de vivir, es una de las melodías más bellas escritas por Gounod, en la misma línea que el aria de las joyas de Margarita en el Fausto y la “arietta” de Mireille. Requiere para su cabal interpretación de una gran agilidad vocal –característica sobresaliente en el canto de Cecilia- de un correcto sentido del ritmo para ejecutar un vals francés, no vienés; y, sobre todo de una voz fresca y juvenil como corresponde a Julieta, una adolescente. Cecilia Núñez dispuso todavía de una voz de juventud muy bien adecuada al personaje. Su desempeño fue magnífico.

 

Je suis Titania de la ópera Mignon de Ambroise Thomas es una verdadera rareza en las salas de conciertos y en grabaciones, tal vez la razón de sus escasas ejecuciones estriba en la incomodidad de su “tessitura” y en el gran número de dificultades vocales que debe enfrentar el intérprete. Pues bien, en la ejecución de esta aria en forma de polonesa, Cecilia mostró una excelente técnica y nuevamente exhibió su gran variedad de adornos vocales: trinos, arpegios, escalas, rubatos, “staccati”, etc. Su desempeño fue convincente. Al final dos arias extras de gran intensidad, finamente interpretadas por Cecilia: sempre libera de La Traviata de Verdi e Il bel sogno di Doretta de La Rondine de Puccini.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Un comentario

  1. ¡Felicitaciones! Muy informativo, didáctico y documentado. Para un amante de la ópera es un deleite. Gracias por divulgar la trayectoria de esta soprano lírica venezolana.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba