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Con canas y zapatos amarillos Jeremías regresó a los escenarios venezolanos

Sencillo y sin poses, con la melodía y la poesía intactas. Así regresó Jeremías a los escenarios venezolanos con su “Acuérdate Acústico”, un concierto a sala llena que lo reencontró con su público el pasado sábado 3 de agosto, en el Centro Cultural BOD, de Caracas.

Un mueble amplio con cojines de Los Beatles, un par de libros apiñados en una mesa y una iluminación colorida pero sin estridencias sobre escenario, ayudaban a abstraerse del mar de butacas abarrotas de murmullos emocionados y apostar por ese oasis de intimidad que se plantaba al frente.

Jeremías entró en escena sin mucho protocolo, como quien llega a la sala de su casa, y se apresuró a ocupar su lugar tras la guitarra, antes de saludar. “Querían que hiciera este concierto en noviembre, pero yo lo adelanté ¡Ya tenía ganas de estar aquí!”, comentó en un tono de confesión que de inmediato rompió el hielo y dispuso corazones para empezar el show.

Teniéndolo enfrente fue inevitable hacer un detenido escaneo sobre la imagen de este artista, que en su época más popular llegó a estar nominado a los premios Grammy y los MTV, pero que luego alternó largos silencios mediáticos con furtivos lanzamientos musicales sin que, por lo visto, esto haya hecho mella en su fanaticada.

A primera vista su espesa cabellera oscura -que ahora alberga varias canas- lucía algo larga y con ese aparente descuido que resulta tan atractivo en él. Un pequeño “candado” en su barbilla le sumaba carácter al rostro juvenil fijado en el recuerdo. Los ojos verdes, quizás uno de sus principales rasgos distintivos, continúan vivos e inquietos, como atentos a cada escena que pudiera transformar en canción.

Su look, bien podría ser una metáfora de su regreso: un suéter negro arremangado -ancho pero sin excesos y sin mayor ornamento que su buen corte- y unos jeans -ligeramente ajustados y juveniles- del mismo color, en lo que parecía una apuesta a lo comprobadamente efectivo… ¡Ahhh! Pero el complemento irreverente eran unos llamativos zapatos amarillos que evidenciaban que no le son ajenas las tendencias y es que es capaz de sorpresas que lo hacen de todo, menos aburrido.

Plantado en el escenario, acompañado solo de su guitarra -protagonista principal de la mayoría de sus composiciones-, empezó a hacer un paseo por temas de sus primeros años como “Poco a poco”, “Hay un amor afuera” y «Uno y uno es igual a tres», con los que fue conectando con el público y generando una suerte de Déjà vu colectivo.

 

Con el ambiente creado, entraron los músicos a escena: Carlos Cabrices y Calolo Chávez en las guitarras, Mauricio Viana en el bajo y Efraín González en el cajón, que llegaron cual visita, para llenar de complicidad y sonidos las canciones que vendrían.

Con su banda ya completa Jeremías presentó “Acuérdate”, un sencillo de 2018 que le dio nombre al concierto. “Esta canción la hice para una ex. Ella hizo lo que tenía que hacer, que fue dejarme… y yo hice lo que tenía que hacer, que fue escribir esta canción”, contó sobre esta balada compuesta junto al reconocido productor venezolano Yasmil Marrufo.

También sonó “Que vale más”, un bolero creado por Simón Díaz para su esposa, y que el cantante de los ojos verdes tuvo la oportunidad que grabar con “El tío”, con quien aseguró que logró desarrollar una bonita amistad musical, a pesar de los años de diferencia.

Llegó entonces el momento de otros sus temas más recientes: “La mujer perfecta”, en donde presenta un dilema en el que confiesa sentirse a veces: “Cada vez que encuentro a la mujer perfecta, la quiero volver a buscar. Ya no sé lo que quiero, puede que ya lo tenga… Y no podré saberlo hasta que la pierda”, dice la letra de esta pícara canción.

Tras hora y media de concierto, en el que se paseó con desparpajo por distintos ritmos y éxitos, el cantautor hizo un primer amago de despedida, saliendo del escenario con sus músicos, pero el público no tardó en traerlo de vuelta al sofá, al grito insistente de “¡Otra! ¡otra!”.

 

De nuevo solo él y su guitarra en la tarima, se dedicó a complacer peticiones, incluso con temas que no recordaba bien. Tocó una tras canciones para un público que parecía conocer su repertorio incluso mejor que él. “Tengo mucho tiempo que no toco esa”, decía sorprendido ante una fanaticada que hacía llover títulos, guiada no tanto por su éxito comercial, si no probablemente por el valor emocional que cada quien le otorgaba al tema de su preferencia.

Allí estuvo, tratando de rescatar del recuerdo las historias musicales, con eventuales baches en las letras o improvisación en los acordes. “Pero lo importante es que estoy de vuelta”, dijo ante un comprensivo público.

En uno de los momentos más emotivos, una niña de unos dos años apareció en la tarima. La pequeña se quedó de pie unos instantes, como pidiendo permiso, antes de correr hacia su padre que dejó a un lado la guitarra para abrazarla. La escena fue la excusa para tocar “Estrellita”, una tierna canción de cuna, que según el artista es la favorita de su hija.

Volvieron entonces los músicos y en su compañía repitió algunos de los temas más pedidos, superando así las dos horas de velada musical, con la calidad a la que está acostumbrada que la gente de Ventura Producciones. Lo cierto es que, para quien no lo recordara, quedó claro tras este show que este artista es un trovador auténtico, dotado de voz, talento y capacidad creativa necesaria para conmover oídos y corazones con historias hechas canción.

Al igual que aquel famoso cantautor de los 80´s que amenazó varias veces con retirarse, Jeremías aseguró una vez más que “está de vuelta” a su carrera musical. A juzgar por los gritos de apoyo, parece que sus fans también desean que “ahora sí” sea verdad… Si lo es o no, solo el tiempo lo dirá.

 

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