Cultura

Centro Cultural B.O.D sube el telón con «Las Mirabal»

Este viernes 29 de mayo, el Centro Cultural B.O.D. sube el telón a dos obras teatrales, una que regresa después de una primera temporada exitosa y otra de estreno: “Las Mirabal” y “Ni que nos vayamos nos podemos ir”.

La historia de Patria, Minerva, María Teresa y Dedé, cuatro hermanas que encarnaron la resistencia de más de tres décadas a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo, “El Chivo”, en República Dominicana, vuelve al espacio más vibrante de Caracas, donde también arranca lo nuevo de Lupe Gehrenbeck, quien aborda sobre las tablas un dilema cada vez más propio de los venezolanos: irse o quedarse en el país.

En el tiempo de las mariposas

Dirigida por la primera actriz Haydeé Faverola y a cargo de 4X4 Producciones en alianza con la Embajada de Estados Unidos, “Las Mirabal, en el tiempo de las mariposas” transcurre entre los recuerdos de Dedé Mirabal, única sobreviviente de la familia, y el presente. A través de sus memorias se reconstruye la vida de sus hermanas, su relación familiar e intereses ideológicos, todo en el contexto de uno de los gobiernos de fuerza más duros y prolongados de América Latina (1930-1961).

Esta puesta en escena cuenta con las actuaciones de María Alesia Machado, María Gabriela Díaz, Carla Müller y Diana Díaz, quienes no sólo encarnan a las protagonistas, sino que también fungen como productoras, acompañadas por Citlay Godoy y Alexander Rivera.

La obra estará en la cartelera desde este viernes 29 hasta el próximo 12 de julio en la Sala Experimental del Centro Cultural B.O.D. Las entradas pueden ser adquiridas en las taquillas del teatro o por www.ticketmundo.com

Irse con una esperanza

“Ni que nos vayamos nos podemos ir” es un drama original de Lupe Gehrenbeck, dirigido por Oswaldo Maccio, e interpretado por Caridad Canelón, Simona Chirinos, Nattalie Cortez, Gladys Seco y Anthony Castillo.

La obra gira en torno a Elvira, a quien se le presenta la necesidad de irse de Venezuela, aunque también tiene ganas de quedarse. Forzada a emigrar, a sus 65 años, el personaje se aferra a sus recuerdos y pertenencias porque se siente perdida.

Sus nietos que crecen en inglés y sin abuelos, la cotidianidad de más de 60 muertos diarios por la violencia y la polarización política que separa a su gente son las principales razones de su salida. Su hija queda en Caracas tratando de construir un país mejor.

Se lee en la sinopsis: “Elvira sabe que el precio de vivir sin miedo, cuando es lejos de lo que eres, puede costar la alegría de vivir. Pero su colección de porcelanas Lladró, cuidada con tanto celo durante años, ya no le da la seguridad de antaño. Al ponerla en venta también le pone precio a su dolor, pues la obliga a asumir una realidad que la castiga como un mal sueño. Una certeza le da consuelo: Si se va, es para volver”.

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