Cultura

El acto mágico de escribir

Dicen que uno no debe escribir sobre sus novelas y mucho menos definir sus géneros. Que ello no debe hacerlo el autor, que hay que dejar el trabajo a los críticos literarios, que es tarea de las páginas de literatura, que deben ser los lectores quienes den la última palabra. Estoy totalmente de acuerdo con estas especies de axiomas, así que a las 5:15 a.m., uno de estos días, cuando desperté con ganas de escribir sobre mis dos novelas, decidí dormirme de nuevo.

Empleé toda mi fuerza de voluntad para quedarme adherido a las sábanas por un par de horas más, pero nada. Impelido por ese cosquilleo que no atiende a razones ni está dispuesto a auto reprimirse, a las 5:30 a.m. ya estaba frente al teclado de la computadora escribiendo sobre mis libros
Creo que a todos los autores nos pasa que cuando comienzan a bullir las ideas, esas que nacen en nuestras mentes, no podemos evitar que se muevan a través de nuestras neuronas, que fluyan por nuestro sistema nervioso, bajen por nuestros brazos, se ubiquen en las yemas de nuestros dedos, esas maravillosas y hábiles prolongaciones encargadas de realizar el laburo final, como es el de pulsar las correspondientes teclas e introducir nuestras ideas en el interior de la computadora, tal como las hemos pensado. En ese momento ya no hay nada que hacer. ¿Cómo impedir esa cesión de memoria a memoria cuando con tanta urgencia se presenta? ¿Cómo aplazar ese acto mágico de escribir, ese mágico acto de transferir desde el complejo laberinto de la mente al no menos complejo cerebro cibernético de la máquina? ¿Cómo frenar ese impulso cuasi libidinal llamado emoción? Es poco menos que imposible.

Así que heme aquí, en la biblioteca, frente al ordenador, tratando de que no se me escape nada de lo que unos minutos antes había elucubrando. ¿Definir el género de Sabina y el viaje a Virtuosia y Sabina en Inframundi? No es tarea fácil. ¿Son novelas de ciencia ficción? ¿Fantásticas? ¿Ecologistas? ¿Utópicas? ¿Distópicas? ¿Filosóficas? ¿De aventuras? No me atrevería a etiquetarlas con ninguna de estas clases, aunque sin dudas tienen un poco de cada una.

También ayuda en la tarea el cotejar opiniones de amigos y familiares que han leído los manuscritos. Que si Sabina y el viaje a Virtuosia recuerda en ciertas partes al viaje de Odiseo o Ulises, cierto, pero solo en beneficio de rendirle homenaje al abuelo de todos los novelistas del mundo, como es el mítico y admirado Homero, a través de algunos nombres y pasajes que evocan a la Odisea. ¿Es quijotesco? Tal vez, puesto que no es sencillo lo que se proponen el personaje y sus amigos, y por esto no pocas veces sus pies parecen despegarse del piso. ¿Es huxeliano? Tomando en cuenta la forma cómo viven los habitantes del siglo 22, tiene algo de eso. ¿Es orwelliano? Solo digo que en Sabina en Inframundi hay un capítulo titulado “El Gran Hermano es un minusválido a lado de lo que aquí existe”. ¿Evoca la “Caverna”? Pues claro, el revivido Platón es uno de los personajes y en un momento dado se habla sin solapamientos de su “mito”, además de algunas otras alegorías.

Son las 7:30 a.m., ya drené lo que tenía adentro, estoy feliz, así que me voy al cuarto para reunirme con mis sábanas. See you later.
SGK

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