Cultura

La Embajada de Polonia celebra la Semana de Joseph Conrad

La Embajada de Polonia en Caracas junto a la Librería Lugar Común dieron inicio a la semana de Józef Konrad Korzeniowski el martes 20 de junio con la inauguración de la exposición “Entre el mar y la tierra”, con contenido referente a la vida y obra del escritor.

La ceremonia contó con un conversatorio acerca del legado de Conrad en palabras del Excelentísimo Embajador de la República de Italia en Venezuela Silvio Mignano, acompañado del poeta venezolano Ricardo Ramírez Requena, moderados por la Encargada de Negocios a.i. de la Embajada de la República de Polonia en Caracas Milena Łukasiewicz.

Es de destacar que aunque hizo su carrera escribiendo en inglés, Joseph Conrad es polaco de nacimiento, vivió muchas de las aventuras que relata en carne propia como marino mercante, y tras establecerse en Inglaterra adoptó el seudónimo con el que se hizo famoso, por ser más fácil de pronunciar en inglés que su nombre de bautismo.

Joseph Conrad: el último visitante del infierno

Con este título presentó su charla Ricardo Ramírez Requena, en la inauguración de la semana de Joseph Conrad.

A continuación, parte del texto de Ramírez Requena recitado en la Librería Lugar Común de Las Mercedes:

“Józef Teodor Konrad Nałęcz-Korzeniowski es el resultado de una época que cimentó las bases de mucho de lo que nosotros conocemos como globalización. Nacido en Polonia, fue marino durante décadas, frecuentando el planeta entero en sus navegaciones. El polaco y el francés resultaron las lenguas más comunes para nuestro escritor. Es luego de su retiro en Inglaterra, en que adopta el inglés como lengua literaria. Conrad es uno de sus casos extraños del siglo XX: como Nabokov, adoptó una lengua foránea, e hizo con ellas maravillas. Son varios los casos a lo largo del siglo pasado en que esto ocurrió: la mutación expresiva en una lengua diferente a la nativa. Podemos pensar en el Joseph Brodsky ensayista, por ejemplo, como uno de tantos ejemplos. Pero el caso de Conrad es más que curioso. Solo con Nabokov podemos pensar en un paralelo, destacando sobremanera en un aspecto: la capacidad de gestar una referencia escritural sin igual en el mundo contemporáneo: lo conradiano, lo nabokoviano, son hoy un lugar común narrativo.

Los padres de Conrad sufrieron el exilio; su padre, trabajos forzados en Siberia por sus actividades en pos de la independencia polaca; su madre, muere de tuberculosis en circunstancias semejantes. Huérfano a temprana edad, un tío se encargaría de su crianza. A los 17 años se enrola como marino, y como marino vivirá hasta su retiro en el sur de Inglaterra junto a su esposa, dedicándose plenamente a la escritura, y la edición, desde 1894, en que publica La locura de Almayer, su primera novela.

El mundo de Conrad es un mundo en donde dos elementos coinciden en los albores de la modernidad: la conciencia trágica, la presencia de lo trágico entre nosotros en un tiempo en donde lo sagrado ha comenzado a desaparecer desde la Revolución Francesa, y que encuentra un lugar siempre oscuro pero luminoso en cada uno de sus libros: Victoria, Nostromo, Lord Jim, son algunas de sus obras más emblemáticas e inolvidables, y que permanecen en el tiempo como un espacio narrativo en donde abrevar siempre. El segundo elemento, lo encontramos en particular en su obra maestra, El corazón de las tinieblas (su adaptación cinematográfica, su versión, Apocalipsis Now, de Francis Ford Coppolla, hace honor a sus elementos simbólicos más destacados, como la lectura que hizo T.S.Eliot de la obra, entre otros referentes emblemáticos). El corazón de las tinieblas es, quizás, el último descenso del hombre occidental a los infiernos. Por lo menos en términos arquetipales, siguiendo la larga línea que sale de Homero, Virgilio, Dante y llega hasta Melville y unos pocos más. Pocas obras de Conrad son más recordadas. Y no es para menos: hablamos de una obra inolvidable en su construcción llena de oscuridades, en esa visita del hombre occidental a África, con sus taras colonialistas, la presencia de personajes como Marlowe y Kurtz, su incapacidad de reconocer lo evidente de la naturaleza, y ante todo, con su capacidad de revelarnos el horror. Ese horror que a partir de la II Guerra Mundial parece haber mutado en un silencio del que no hemos salido todavía, ausente de lo sagrado y de lo infernal, indiferente a ello y por tanto, causante de muchas de nuestras caídas más constants.

Esas que, como Sísifo, continuamos emulando.”

La exposición continúa este lunes con la proyección de la película del director polaco Piotr Fudakowski “The Secret Sharer”, una recreación de la novela del mismo nombre escrita por Joseph Conrad, trasladada a la época actual. La cita es a las 6pm en la sede de Librería Lugar Común ubicada en la calle Jalisco de Las Mercedes. Entrada libre.

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